El Papa Francisco en la introducción, nos indica sus motivaciones para escribir esta encíclica.
1.- Así se dirigía San Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él».Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.
2.-El amor fraterno y su alegría. Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne.
3.- En su visita al Sultán Malik-el-Kamil, en Egipto, Francisco lo invitara a evitar toda forma de agresión o contienda y también a vivir un humilde y fraterno “sometimiento”, incluso ante quienes no compartían su fe.
4.- En aquel mundo plagado de torres de vigilancia y de murallas protectoras, las ciudades vivían guerras sangrientas entre familias poderosas, al mismo tiempo que crecían las zonas miserables de las periferias excluidas.
Allí Francisco acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de todo deseo de dominio sobre los demás, se hizo uno de los últimos y buscó vivir en armonía con todos
Esta encíclica recoge y desarrolla grandes temas planteados en Laudato Si y en aquel Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi que firmamos juntos. También acoge aquí, el Papa Francisco con su propio lenguaje, numerosas cartas y documentos con reflexiones que recibío de tantas personas y grupos de todo el mundo.
Este indica el Papa es un aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras. Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad.
Asimismo, afirma el Papa Francisco, cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada la pandemia de Covid-19 que dejó al descubierto nuestras falsas seguridades. Más allá de las diversas respuestas que dieron los distintos países, se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de estar hiperconectados, existía una fragmentación que volvía más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos. Si alguien cree que sólo se trataba de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la realidad.
Anhelo, concluye el Papa Francisco, que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos.
CAPÍTULO PRIMERO: Las sombras de un mundo cerrado
El Papa Francisco alerta que, los pasos que la humanidad había dado en las últimas décadas hacia diversas formas de integración, parecen estar quedándose atrás, con el regreso de conflictos anacrónicos que parecían superados y nacionalismos cerrados y agresivos.
Hace un recuento de las amenazas como la pérdida de conciencia histórica, la desconfianza disfrazada de la pérdida de algunos valores, la polarización política, la imposición de un modelo cultural único, la cultura del descarte que afecta principalmente a los no nacidos y a los ancianos, la inequidad que favorece el crecimiento de la pobreza, las diversas formas de injusticia, la esclavitud moderna, guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, la globalización sin rumbo, la pandemia, la desinformación y la amenaza a los migrantes.
Pese a estas “sombras densas que no conviene ignorar”, el Papa asegura que, con esta encíclica, busca dejar un mensaje de esperanza “Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien”, y recuerda la labor heroica del personal de salud y hospitalario durante la pandemia, y los empleados de supermercados, cuidadores, transportistas, voluntarios, sacerdotes y religiosas que “comprendieron que nadie se salva solo”.
https://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=592
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.