En la reflexión anterior titulada Nuestro Legado, hablamos del Ser, y que este es el mejor legado, pues no tiene precio, es eterno, cimentado no en bienes materiales, sino en cimientos sólidos sobre los cuales se pueda edificar una buena vida, una formación y principios que permitan enfrentar las dificultades. Una riqueza almacenada en el corazón que la llene de bienes espirituales que se puedan utilizar ilimitadamente.
Hoy vamos a profundizar un poco más al respecto, pues el “Ser” es fundamental porque si no sabes quién eres o quién quieres ser, tus acciones (“Hacer”) pueden carecer de dirección y propósito.
Sin un “Ser” definido, lo que eventualmente “Tienes” no reflejará tus verdaderos deseos o valores. Por tanto, comenzar por el “Ser” es esencial para alinear tus acciones y lograr resultados significativos.
El asunto es que vivimos rodeados de cosas. Las buscamos, las acumulamos, las estrenamos con ilusión, y a menudo nos descubrimos atrapados en ellas, como si lo que poseemos pudiera darnos identidad o consuelo. Pero lo que poseemos —si no lo sabemos gobernar— acaba poseyéndonos. En esta época de abundancia, el tener se ha convertido en un problema. Nunca hemos tenido tanto, tan cerca y tan disponible. Y, sin embargo, rara vez nos sentimos saciados.
Las comunicaciones instantáneas y exigibles “para ayer” nos acostumbran a que todo esté al alcance de la mano sin tiempo para sopesar. Avivan la sed de caza. Sed insaciable y patológica.
Hemos confundido el deseo con la necesidad. La sociedad nos empuja a pensar que lo que deseamos es imprescindible, y que no satisfacerlo es una carencia intolerable. Así se produce la patología del deseo: una dependencia constante de lo que todavía no tenemos. Como advertía Aristóteles, «el esclavo es aquel que no se tiene, sino que es tenido». Cuando perdemos el autodominio, dejamos de ser libres: ya no tenemos cosas, las cosas nos tienen a nosotros.
Ante esto cómo trabajar en el “Ser”, lo que significa desarrollar y refinar conscientemente quién eres e implica introspección, aprendizaje y crecimiento personal.
Analicemos algunas herramientas;
1. Sobriedad: el señorío sobre las cosas.
En términos más generales, ser sobrio significa que no nos dejamos cautivar por ningún tipo de influencia que nos aleje del buen juicio. El individuo de mente sobria no está “intoxicado”, en sentido figurado, y por lo tanto es tranquilo bajo presión, tiene autocontrol en todas las áreas y es racional.
La sobriedad no es pobreza forzada ni austeridad triste. Es la elegancia interior de quien sabe vivir con lo justo, la medida serena del que posee sin dejarse poseer.
Esa elección invisible, cotidiana, es la que nos configura por dentro. La sobriedad no se mide por lo que falta, sino por el señorío que adquirimos sobre lo que tenemos. No hay generosidad posible sin sobriedad, porque solo quien se tiene, puede darse.
Cuando vivimos con mesura y gratitud, todo adquiere valor. Cuando nos dejamos llevar por la acumulación o el capricho, todo pierde sentido.
En un hogar, la sobriedad se educa enseñando a cuidar, a compartir, a prescindir. No todo lo que se puede tener conviene tenerlo. Hay bienes que, cuando se guardan, se pudren; y otros —como las ideas, la fe, el amor— que solo se conservan cuando se comparten.
La idea de la “sobriedad como el señorío sobre las cosas” se asocia bíblicamente con la humildad de no ejercer un dominio tiránico sobre las personas o posesiones, como se encuentra en 1 Pedro 5:3, el cual pide a los ancianos no “tener señorío sobre los que les han sido confiados, sino ser ejemplos del rebaño”, sugiriendo que la verdadera autoridad se ejerce con servicio y humildad, no con dominación
2. Templanza: el arte del propósito
Si la sobriedad gobierna las cosas, la templanza gobierna los afectos. Es la virtud que pone medida en lo que sentimos: deseos, placeres, alegrías o dolores. Templar el corazón no es reprimirlo, sino afinarlo.
Santo Tomás la llama «raíz de la vida sensible y espiritual», porque sin ella los demás impulsos se desbordan.
La templanza o el autocontrol es uno de los frutos que el Espíritu Santo trae cuando mora en los creyentes.
San Pablo describe la templanza bíblica en 1 Corintios 9:27: “Al contrario, vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo. Pues si anuncio a otros la buena noticia, no quiero que al final Dios me descalifique a mí”.
Es imposible vivir vidas santas y agradar al Señor sin autocontrol porque nuestra carne sólo quiere agradarse a sí misma
Aprender a decir “no” es un acto de libertad: nos permite decir “sí” a lo que realmente vale la pena.
El autodominio no encadena, libera. La libertad necesita límites visibles.
Educar la templanza es:
- enseñar a renunciar con elegancia,
- a soportar con serenidad lo que no nos gusta, -a aplazar el gusto inmediato para alcanzar una alegría más profunda.
En un tiempo donde todo se puede comprar, la verdadera educación es enseñar a no venderse. ”Estar en el mercado” no es una opción.
La sobriedad y la templanza son virtudes de gobierno: del cuerpo, del carácter, del tiempo, del corazón.
Son también el cimiento de la generosidad: solo quien no vive pendiente de sí mismo puede mirar a los demás.
La templanza no apaga la sensibilidad, la ilumina.
La sobriedad no apaga el deseo, lo ordena.
Ambas virtudes devuelven al ser humano su dignidad original: ser dueño de sí para poder entregarse.
Frente a una cultura que exalta el exceso y desprecia el límite, necesitamos redescubrir el valor de la medida.
- Ejercer el dominio propio.
El dominio de uno mismo no es una renuncia, sino una conquista. Solo quien se posee puede darse libremente
El término bíblico del dominio propio se refiere a la virtud de poder controlar nuestros impulsos y nuestras emociones. Al ejercitar el dominio propio mostramos que gracias a la obra del Espíritu Santo en nosotros tenemos autoridad sobre nuestra carne. Esa autoridad espiritual nos da las fuerzas para obedecer a Dios en todas las áreas de nuestra vida.
La Biblia nos ofrece diversos sinónimos o frases explicativas que nos ayudan a entender mejor el concepto del «dominio propio». Veamos algunos de ellos.
- Cualidad que nos hace crecer en el conocimiento del Señor:
Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.
Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, los harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos.
(2 Pedro 1:4-8)
- Tener paciencia:
Más vale ser paciente que valiente; más vale el dominio propio que conquistar ciudades.(Proverbios 16:32)
- Ser disciplinado:
¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero solo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.(1 Corintios 9:24-27)
4. El arte de poseer y entregarse
Tener cosas no es malo; lo dañino es perderse en ellas.
El equilibrio está en tener lo necesario, suficiente y conveniente…, y tener-nos para poder darnos.
Veamos que nos dice la biblia al respecto: Filipenses 4:11: No digo que esté pasando necesidad, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Encontramos equilibrio cuando aprendemos a estar contentos en todas las situaciones. Pablo escribió estas palabras desde la prisión. Lo había dejado todo por la causa de Cristo.
Seguir a Cristo a menudo implica un costo. Nuestras vidas no siempre estarán libres de problemas. Sin embargo, el costo valdrá la pena. Además, cuando aprendemos a estar contentos en todas las situaciones, damos un paso gigante hacia la paz.
El alma sobria y templada no teme perder, porque sabe que lo esencial no se pierde: se transforma en entrega.
Estas virtudes no son antiguas: son profundamente actuales. Nos devuelven el control sobre lo que miramos, comemos, deseamos o decimos. Nos recuerdan que la libertad no consiste en hacer lo que quiero, sino en querer lo que debo.
Educar en sobriedad y templanza es preparar a los hijos —y a nosotros mismos— para vivir con hondura, sin quedar atrapados en lo efímero. Enseñar a disfrutar sin depender, a usar sin abusar, a desear sin devorar. Superar la voracidad.
El corazón humano no está hecho para la acumulación, sino para la donación. Ser sobrios y templados es aprender a amar con libertad.
Tras el fallecimiento del Papa Francisco, se han abierto profundas reflexiones a nivel global sobre su impacto en el liderazgo dentro y fuera de la Iglesia. Desde la Arquidiócesis de Kingston, Jamaica, el padre Donald Chambers, secretario general de la Conferencia Episcopal de las Antillas, ofrece un análisis esperanzador sobre su legado, abordando el liderazgo transformacional que caracterizó su pontificado.
Apertura e Inclusión:
- Iglesia para todos: Su mensaje principal fue que la iglesia no debe encerrarse, sino abrirse al mundo y a todas las personas, especialmente a las marginadas.
- Palabra de Dios para todos: Promovió la idea de que todos somos hijos de Dios y merecemos respeto, adoptando una postura más compasiva hacia grupos tradicionalmente excluidos.
Justicia Social y Ecología:
- Defensa de los vulnerables: Se dedicó a servir a los más pobres, débiles y necesitados, como migrantes, refugiados y personas sin techo.
- Protección del planeta: Impulsó la defensa de la “Casa Común” y el cuidado del medio ambiente, considerando que la ecología es crucial.
Reformas y Sinodalidad:
- Sinodalidad en la Iglesia: Introdujo el concepto de sinodalidad, promoviendo el diálogo y la escucha mutua en los procesos de toma de decisiones dentro de la Iglesia.
- Participación femenina: Incluyó a mujeres en roles importantes dentro de la curia y las oficinas vaticanas.
- Transparencia financiera: Implementó reformas para mejorar la gestión financiera del Vaticano, aunque enfrentó resistencias internas.
- Lucha contra los abusos: Tomó medidas enérgicas para abordar los escándalos de abusos sexuales dentro de la Iglesia, creando comisiones, castigando a los encubridores y ampliando los plazos de prescripción.
Cambio de Estilo y Comunicación:
- Humildad y sencillez: Se destacó por su estilo de vida humilde, viviendo en la Santa Marta y compartiendo la mesa con otros, modelando con sus gestos lo que predicaba.
- Uso de redes sociales: Aprovechó las redes sociales para transmitir mensajes de paz, perdón y solidaridad de manera sencilla y accesible
Mediación y diplomacia
- Pacificador global: Condenó la guerra como una derrota para la humanidad y abogó por el diálogo y la paz en diversos conflictos internacionales, incluyendo Ucrania, Gaza y la República Democrática del Congo.
- Mediador clave: Facilitó el acercamiento diplomático entre Estados Unidos y Cuba en 2014.
- Diálogo interreligioso: Promovió el acercamiento y el encuentro con líderes de otras religiones, como judíos, musulmanes y ortodoxos.
De ahora en adelante, cuando pienses en tus sueños y metas personales, en el legado que queremos para la generación que nos precede, pregúntate: ¿En quién me tengo que convertir para lograr esto o aquello?
Tómate el tiempo para enfocarte en el SER.
Canción Dios Cuida de Mí.
https://youtu.be/vQ1W4DflBIg?si=jszasqFjmsSkrjds
Tomado de
https://exaudi.org/es/el-mundo-que-me-habita/
https://www.gotquestions.org/Espanol/ser-sobrio.html
https://www.gotquestions.org/Espanol/templanza-Biblia.html
https://www.bibliaon.com/es/dominio_propio_biblia/
https://victorhugomanzanilla.com/creencias-potenciadoras-que-son-y-ejemplos/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2025 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.