Hoy en la liturgia, apreciamos la preocupación de Jesús y de san Pablo por el rebaño.
Bien lo expresa san Pablo en la primera lectura: “ Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño.”
En este versículo, Pablo les recuerda a los líderes de la iglesia en Efeso su importante responsabilidad de cuidar el rebaño de Dios. El término “rebaño” es una metáfora para describir a los creyentes, quienes son miembros del cuerpo de Cristo y necesitan ser pastoreados y cuidados. El Espíritu Santo los ha puesto como obispos, es decir, como líderes, para guiar y apacentar la iglesia.
Hay mucha enseñanza que podemos extraer de este versículo y aplicar en nuestra vida diaria. En primer lugar, todos los creyentes somos parte del rebaño de Dios y necesitamos ser pastoreados. Esto implica que debemos buscar comunión con otros creyentes, ser disciplinados en nuestra vida espiritual, ser humildes y dispuestos a aprender, y buscar la guía de líderes espirituales confiables.
En un mundo cada vez más individualista y centrado en uno mismo, este versículo nos recuerda la importancia de la comunidad y del cuidado mutuo. Nos invita a pensar en el bienestar de los demás, especialmente de aquellos que lideran y pastorean nuestras comunidades. Además, nos hace valorar más la iglesia y lo que significa en nuestra vida, y nos inspira a esforzarnos por ser mejores cristianos y líderes en nuestras comunidades.
Con el Salmo le pedimos al Señor que despliegue su poder que actúa a nuestro favor. Así nuestra peregrinación se afirma al saber que el Señor, viene a nuestro lado que El y nos cuida como el Pastor a su rebaño.
En el texto del evangelio, Jesús pide por su comunidad discipular, pues quiere dejarnos un método de vida y un método de oración: Nos ha invitado a entrar dentro de su relación, de los coloquios que tenía con su Padre. Dos palabras sobresalen del resto, la palabra “Padre” y la palabra “ellos”, sus discípulos, nosotros.
Jesús ora descentrado de sí mismo. No es Él centro del diálogo, sino se concibe como puente entre la voluntad de Dios y las necesidades de sus discípulos. Este Evangelio es una escuela de oración. Cuando le decimos como los discípulos: “¡Señor enséñanos a orar!”, su respuesta sería mira cómo me relaciono con Dios.
Jesús le pide al Padre que nos cuide, que nos acompañe, que vivamos la unidad, la comunión. No nos quiere enfrentados, rivales, polarizados, enfrentados.
La oportunidad que nos brinda el Evangelio es preciosa: poder cerrar los ojos para entrar en el corazón del Señor, poder quedarnos allí para ser santificados en la Verdad de Dios a través de su propia consagración. Se trata de un lugar privilegiado en el que escuchar, de primera mano, su disponibilidad para cumplir la voluntad del Padre y sus palabras de intercesión por todos nosotros al consagrarnos con él: para que sean uno como nosotros (Jn 17, 11).
Cuesta poco esfuerzo dejarnos elevar con esta poderosa oración pues sabemos que Jesús fue escuchado con agrado por el Padre, llegando hasta su Presencia a través de la oración desprendida del meditar de su corazón
El Papa León XIV, afirma: “Aprendamos del corazón de Jesús la compasión por el mundo. Este mes de junio, tradicionalmente dedicado a la devoción al Corazón de Jesús, el Pontífice invita a rezar “para que cada uno de nosotros encuentre consolación en la relación personal con Jesús, y aprenda de su corazón la compasión por el mundo”.
Oremos por el Jubileo 2025, Peregrnos de Esperanza, con la oración que nos dejó el Papa Francisco: Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Vallés
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2025-06/leon-xiv-aprendamos-del-corazon-de-jesus-la-compasion.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://bibliabendita.com/hechos/hechos-20-28
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/06/04/santificados-en-la-verdad/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.