- Hch 15, 22-31
- Sal 56
- Jn 15, 12-17
Hoy en la liturgia Jesús nos deja de herencia un mensaje de fraternidad y compromiso. Fraterna porque se caracteriza por el afecto y la conexión entre los discípulos, con un ambiente de confianza y respeto mutuo, donde se comparten sentimientos positivos y se establece una conexión emocional profunda.
Comprometida porque Jesús nos ha llamado para no acostumbrarnos a un amor servil interesado quiere que vivamos como el amando gratuitamente y dejándonos amar porque nos pone en nuestro camino. Y nos deja la gran tarea, para no dejarnos llevar por mezquinos intereses, hacer de la comunidad cristiana una escuela, una casa, un hospital donde curar las heridas del egoísmo y la maldad. Muchos de los frutos de nuestra relaciones interpersonales son pasajeros, pero El nos refiere a un fruto que ha de permanecer; esto es realizable se superamos todos los prejuicios y barreras culturales religiosas o sociales. Ejemplo de ello nos lo da la primera lectura que es continuación de la de ayer en la que por una diferencia de criterios se realiza el primer concilio de Jerusalem en el que se resolvió que los gentiles convertidos al cristianismo no estaban obligados a seguir la Ley Mosaica. Hoy los apóstoles y los presbíteros deciden enviar una comitiva con una carta en la que indican que a la luz del Espíritu Santo, no imponerles más cargas que las indispensables.
Y es que no podemos decir que sabemos amar a Jesús si no estamos dispuestos a vivir en fraternidad con una actitud de amor que es indispensable para ello.
Jesús te habla como a un amigo, pues te ha dicho que el Padre te llama, que quiere que seas apóstol, y que te destina a dar fruto, un fruto que se manifiesta en el amor. San Juan Crisóstomo afirma: «Si el amor estuviera esparcido por todas partes, nacería de él una infinidad de bienes».
Amar es dar la vida, como lo hizo San Maximiliano Kolbe, un franciscano polaco que vivió en el siglo XX. Durante la Segunda Guerra Mundial fue arrestado y enviado al campo de concentración de Auschwitz. Un día, un prisionero escapó, y como represalia, los nazis eligieron a diez hombres para ser ejecutados. Uno de ellos, al ser nombrado, gritó desesperado: “¡Mi mujer! ¡Mis hijos!”. Fue entonces cuando Kolbe se ofreció en su lugar. Dio literalmente su vida por un desconocido. Y lo hizo por amor, como Jesús.
San Maximiliano no era un héroe impulsivo. Su decisión fue fruto de una vida entera unida a Cristo, de un corazón que había aprendido a amar como Él. Nos enseña que el amor del que habla Jesús es posible, incluso en las circunstancias más oscuras. Pero también hay formas cotidianas de dar la vida: un padre que trabaja para sus hijos, una hermana que cuida a su hermano enfermo, un joven que renuncia a su comodidad para servir. Todo eso también es “dar la vida”.
Jesús te eligió. No porque seas perfecto, sino porque te ama. Te eligió para amar, para que tu vida deje huella, para que tu fruto permanezca. Y ese fruto nace cuando vivimos no para nosotros, sino con y para los demás.
En el Salmo, nos explicaba San Juan Pablo II, “hay un pasaje que brilla por su intensidad y belleza: «Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad cítara y arpa, despertaré a la aurora». Las tinieblas ya se han disipado: el alba de la salvación se ha acercado gracias al canto del orante… Concluye con un cántico de alabanza dirigido al Señor, que actúa con sus dos grandes cualidades salvíficas, con términos diferentes, en la primera parte de la súplica (cf. v. 4). Ahora aparecen, casi personificadas, la Bondad y la Fidelidad divina, las cuales inundan los cielos con su presencia y son como la luz que brilla en la oscuridad de las pruebas y de las persecuciones (cf. v. 11). Por este motivo, en la tradición cristiana el salmo 56 se ha transformado en canto del despertar a la luz y a la alegría pascual, que se irradia en el fiel eliminando el miedo a la muerte y abriendo el horizonte de la gloria celestial.
Agradezcamos a Jesús que nos haya brindado su amistad y pidámosle que siempre le hagamos caso en todo lo que su corazón nos comunique. Es el mejor amigo que tenemos, el que siempre busca nuestro bien.
Oremos por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza, como nos lo pidió el Papa Francisco; Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://www.franciscanos.org/oracion/salmo056.htm#:~:text=Pero%2C%20a%20pesar%20de%20tanto,voy%20a%20cantar%20y%20a%20tocar.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://evangeli.net/evangelio#
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/05/23/elegidos-para-amar/
Palabra de Vida Mes Mayo. «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero» (Jn 21, 17) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.