El año anterior, lo terminamos con el cuarto milagro, la Multiplicación de los Panes que nos dejó la lección que encierra este milagro, es muy simple: si pones lo que tiene en manos de Dios, ¡El puede hacer muchísimo aunque sea muy poquito!
Estamos iniciando año, y cada año nuevo constituye una oportunidad para hacer proyectos de vida, fortalecer lo positivo y hacer cambios en nuestra vida, para ser mejores personas, por eso y para seguir fortaleciéndonos y agregar esos nuevos propósitos, hoy nos centraremos en la Quinta Señal, el milagro de Jesús Caminando sobre el agua.
“Al llegar la noche, sus discípulos bajaron a la orilla y, subiendo a una barca, cruzaron el lago rumbo a Cafarnaún. Habían visto caer la noche sin que Jesús se hubiera reunido con ellos, y empezaban a formarse grandes olas debido al fuerte viento que soplaba.
Habían remado como unos cinco kilómetros cuando vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y se llenaron de espanto.
Pero él les dijo: «Soy Yo, no tengan miedo.»
Quisieron subirlo a la barca, pero la barca se encontró en seguida en la orilla adonde se dirigían.” Jn 6, 6, 16-21.
El mar de Galilea, nos dice Mark Batterson en su libro El Ladrón de Tumbas, es el escenario de muchos de los milagros de Jesús. Algunos sucedieron bajo la superficie del agua, como la pesca milagrosa. Otros encima como la tormenta tropical que Jesús detuvo. Aunque el más asombroso quizá sea el quinto milagro que leemos en el Evangelio de san Juan, cuando Jesús hizo que las olas furiosas y espumosas se invirtieran en una alfombra roja; este no fue solo el simple acto de dar dos pasitos sobre el agua, no lo asombroso de esto es que ¡cubrió una distancia de al menos cinco kilómetros y medio. A paso de hombre y a una velocidad promedio de cinco kilómetros por hora, el milagro muy probablemente haya durado no menos de setenta minutos.
La densidad del agua es de un gramo por centímetro cúbico a una temperatura de cuatro grados centígrados, lo que significa que los humanos nos hundimos en ella. La tensión superficial del agua puede sostener los insectos semiacuaticos como los zancudos, pero cuando se trata de la especie humana, no estamos equipados para caminar sobre el agua. Si pudieras correr a más de cien kilómetros por hora, podrás correr sobre el agua y para ello, según registra una investigación realizada en el 2010, se requeriría quince veces la energía que puede consumir el cuerpo humano. Esto nos lleva a afirmar que aauel que, como hemos visto, convirtió el agua en vino, también convirtió el ma de Galilea en un mar de vidrio. Aquel que creó los cielos y la tierra con unas pocas palabras, puede acallar y calmarlo todo, con solo decir: “¡Silencio, cálmate!
Increíble no! Ante esto, continua Batterson, mi recomendación es, abraza el misterio. Y es que esto tiene que ver más con la psique humana que con las circunstancias en torno a este milagro de Jesús; tenemos la tendencia natural a explicar lo que no podemos explicar, y por eso la mayoría de las personas nos perdemos el milagro. Entonces, si tu categoría para lo sobrenatural no existe, no sabes qué hacer con los fenómenos que no se comportan dentro de los límites lógicos del hemisferio cerebral izquierdo (encargado de la capacidad de análisis, de hacer razonamientos lógicos, abstracciones, resolver problemas numéricos, aprender información teórica, hacer deducciones..), por eso, los milagros, quedaran registrados como error intelectual.; eso el por qué los discípulos no reconocían a Jesús al principio. Pensaban que era un fantasma.
Nuestra reacción inicial, como la de ellos, suele ser rechazar la revelación por ignorancia. Le tememos porque no contamos con la memoria suficiente como para poder procesarlo.
Otra opción es rechazar lo milagroso, tapándose lo ojos como cuando los bebés juegan a esconderse, fruto de la incredulidad, por ello, lo mejor es, no intentar hallar explicaciones. Ni de las buenas, ni de las malas. Simplemente, acepta y abraza el misterio de lo milagroso. Los milagros de Dios, nos hacen apreciar el misterio divino; también nos ayudan a ver a Dios como lo que es: hacedor de vino; quien es capaz de sanar al hijo del funcionario no importa la distancia geográfica; quien fue capaz de decirle al paralítico de Betezta: levántate, toma tu camilla y anda; quien con cinco peces y dos pescados, dio de comer a aproximadamente veinte mil personas.
Dios pues, es más que un sujeto de estudio; es el sujeto de toda maravilla, de toda adoración.
Dios es maravillosamente bueno para llevarnos ahí donde quiere que estemos, ¡pero en el camino puede haber vueltas y giros muy locos!
En su primera carta, el apóstol san Juan define el objetivo del Amor: el Amor perfecto echa fuera todo temor. (1 Jn 4, 18)
El Amor es más que la emoción de sentirse bien, más que sentimientos románticos. En lenguaje bíblico, es sinónimo de no tener miedo; es lo que te hace pararte firme en la fe, no importa cuáles sean tus circunstancias.
Si bien hay miles de miedos y fobias ya clasificados, las personas solo nacemos con dos temores naturales, el miedo a caer de lugares altos y el de los fuertes ruidos súbitos, caracterizados por ser un don que preservan la vida. Todos los demás son aprendidos, lo que significa que puedes desaprenderlos. La clave para desaprender los miedos está en la revelación del amor de Dios, si sigues creciendo en su Amor, lo único que quedará es el temor a Dios
“Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado”, nos dice el texto. Hay detalles que fácilmente pasamos por alto:
1.- Debido a su poca elevación, la temperatura del aire en el mar de Galilea es más cálida que en las áreas circundantes. Por eso no es poco frecuente que hay tormentas repentinas en el valle del río Jordán y las olas más altas que se han registrado superan los dos metros.
Si releemos el texto Jesús no solo caminó sobre el agua, El aquietó las olas.
2.- Creo que volviendo a nuestra psique humana y a los temores congénitos, ante este panorama, seguramente cualquiera de nosotros habría esperado a que el viento y las olas se apaciguaran, además que habría esperado el amanecer, no solo porque era más seguro y fácil de ese modo, sino porque entonces, todos podrían haberme visto cuando lo hacía. Jesús no, El obra el milagro a la luz de la luna porque no buscaba luminarias, ni protagonismo.
3.- Te has preguntado alguna vez, por qué estaban remando los discípulos en medio de una noche de tormenta? La baja visibilidad definitivamente aumenta el grado de dificultad. Es imposible caminar sobre el agua en cualquier circunstancia, pero se hace más dificíl , si lo haces sobre aguas picadas y de noche. Los discípulos estarían agotados, sin fuerzas, pero es justamente entonces que más cerca estás del milagro.
Isaías 40:29-31, nos dice: “Él da fuerzas al cansado, y al débil le aumenta su vigor. Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer, pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse.”
4.- André Gide quien en 1947 fue ganador del Premio Nobel de Literatura, en uno de sus libros dijo: “Uno no descubre nuevas tierras si no consiente perder de vista la costa durante mucho tiempo”.
El mar de Galilea tiene doce kilómetros de ancho y veintisiete de largo. Su profundidad máxima es de unos cuarenta y ocho metros.
El texto nos dice que los discípulos habían remado unos cinco o seis kilómetros adentro. (Jn 6, 19) este dato es importante, pues nos demuestra que lo milagros no ocurren en la parte poco profunda de la piscina; suceden cuando saltas del trampolín más alto a lo más profundo, donde no tocas el fondo.
4 “No tengan miedo”, continua el texto.
La tripulación de la barca estaba compuesta no de niños de diez años, eran pescadores rudos y experimentados. Sin embargo en el texto de san Mateo, este elige con cuidado las palabras: “… y la barca ya estaba bastante lejos zarandeada por las olas” (Mt 14, 24), esto para hacernos ver que estaban perdiendo la batalla.
No sé como está tu barca, pero recuerda que aunque todos queremos un milagro, nadie quiere estar en situación de necesitarlo. Queremos navegar en agua tranquilas, pero eso significa alejarse de lo milagroso. El requisito es, muchas veces, una tormenta perfecta. Y es entonces, cuando sientes que ya no puedes más , que has perdido las esperanzas, que la omnipotencia de Dios abruma tu impotencia, como un tsunami de cinco metros.
5 Los discípulos estaban a una distancia de cinco kilómetros de la orilla, estaban fuera del rango visual.
¿Cómo los vio Jesús? No es que tuviera binoculares de visión nocturna, ni nada de eso, pero aún así Jesús ve la frustración que expresan sus rostros a siete mil pasos de distancia. Es un milagro dentro de otro, ¿no les parece?
6“Señor si eres tu, respondió Pedro, mándame que vaya a ti sobre el agua.” Pedro, el discìpulo que lo negó, fue el único que se atrevió a salir de la barca.
En mi experiencia, nos dice el autor, los que critican a los que caminan sobre el agua, suelen hacerlo desde la comodidad de los confines de la barca porque el fracaso hace que perdones más.
Los que caminan sobre el agua prefieren equivocarse antes que perder oportunidades. Prefieren hundirse antes que quedarse sentados.
El Omnisciente lo ve todo, lo conoce todo. Tiene comprensión infinita, eterna visión del futuro.
7 Hay algo que Dios es incapaz de decir: no sabía que pasaría esto. No hay nada que le tome por sorpresa. En efecto, Dios ha hecho provisión para toda contingencia humana desde antes de la creación.
Llega el momento en que hay que dar un paso de fe, un paso drástico. Y ese momento definirá todos lo momentos que viene después.
8 Hay una regla que siempre se cumple: si vas a salir de la barca en medio del mar de Galilea y en medio de la noche, mejor será que te asegures que fue Jesús quien te dijo: “Ven”.
Los milagros no son más que mirillas, ojos de cerradura, que nos permiten ver algo de su cuidado providencial. Son intersecciones en las que el poder y la compasión se exhiben con en desfile de la Gloria de Dios.
Esto nos revela una vez más que Dios es grande, no porque no haya nada demasiado grande para El. Dios es grande porque no hay nada demasiado pequeño para El. Se ocupa de cada diminuto detalle de tu vida. ¡Si te importa a El le importa!
Así se dan los milagros, cuando entras en agua desconocidas. Si lo haces, puede que se presente en los lugares mas improbables, en los momentos más inesperados. Hasta puede que los confundas con un fantasma, pero así es la naturaleza de Dios.
Entonces, aplicando esta situación de los discípulos a la nuestra, el Papa Francisco se pregunta: ¿qué hacer cuando nos encontramos en alta mar y a merced de los vientos contrarios? ¿Qué hacer ante el miedo, cuando sólo vemos oscuridad y nos sentimos perdidos? El Papa dice que podemos hacer dos cosas que hacen los discípulos en el Evangelio: invocan y acogen a Jesús.
“Invocan: Pedro camina un poco sobre el agua hacia Jesús, pero luego se asusta, se hunde y grita: ‘¡Señor, sálvame!’ (v. 30). Esta es una hermosa oración, que expresa la certeza de que el Señor puede salvarnos, de que Él vence nuestro mal y nuestros miedos. Repitámosla también nosotros, sobre todo en tiempos de ‘tormenta’: ¡Señor, sálvame!”.
La segunda, los discípulos acogen a Jesús en la barca. El texto dice que, en cuanto subió a bordo, “cesó el viento”. El Pontífice recordó que, el Señor sabe que la barca de la vida, así como la barca de la Iglesia, está amenazada por vientos contrarios y que el mar en el que navegamos es a menudo agitado.
“Él no nos preserva de la fatiga de la navegación, sino que – el Evangelio lo subraya – exhorta a los suyos a zarpar: es decir, nos invita a afrontar las dificultades, para que también ellas se conviertan en lugares de salvación, en ocasiones de encuentro con Él. Él, de hecho, en nuestros momentos de oscuridad sale a nuestro encuentro, pidiendo ser acogido, como aquella noche en el lago”.
Finalmente, el Papa Francisco invitó a rezar a la Madre de Dios, que nos preguntemos lo siguiente:
“Ante mis temores, ¿cómo actúo? ¿Voy solo, con mis propias fuerzas, o invoco al Señor? ¿Y cómo es mi fe? ¿Creo que Cristo es más fuerte que las olas y los vientos adversos? Pero, sobre todo: ¿navego con Él? ¿Le acojo, le hago sitio en la barca de la vida, le confío el timón?”.
El quinto milagro, no es un gran truco de magia de cierto mago callejero. Es la imagen de Jesús que corresponde compasivo a sus amigos que ya estaban sin fuerzas.
Al Caminante sobre el agua, le encanta entrar en nuestras vidas, como bailando un vals, en lugares y momentos locos. Es así como se hace presente y despliega su poder.
Termino con esta reflexión de mi amiga Soleana Sáenz:
El Señor Todopoderoso a través del libro de Santiago 1:6 nos dice:”Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”
Este maravilloso mensaje bíblico empieza con las palabras : “Pero pida con fe, no dudando nada”: Pedir con fe: Se refiere a una confianza absoluta en Dios al hacer una petición. Por ejemplo cuando pedimos sabiduría, no se trata solo de creer en la existencia de Dios, sino de confiar en Su poder, bondad y que me dará su respuesta en algún momento.
Dice, No dudando nada: La duda implica incertidumbre en el carácter o en las promesas de Dios. Cuando dudamos, estamos mostrando una falta de confianza en Su capacidad para cumplir lo que promete o para actuar conforme a Su voluntad perfecta.
Y sabemos que Dios todo lo puede.
“Porque el que duda es semejante a la onda del mar”: La imagen de la onda del mar: Una ola es inestable, constantemente movida por fuerzas externas como el viento o las corrientes. Este ejemplo describe a una persona que duda, cuyo corazón y mente no están firmes en Dios. En lugar de tener una fe sólida, esa persona es influenciada por circunstancias, emociones o pensamientos contradictorios.
“Que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”:
Arrastrada por el viento: La duda provoca inestabilidad espiritual, emocional y mental. Al igual que las olas no tienen control sobre su dirección, una persona que duda no tiene firmeza ni constancia en su fe, lo que puede llevarla a ser influenciada por diversas corrientes de pensamiento, temores o inseguridades.
Echada de una parte a otra: Muestra la falta de propósito y dirección en una persona que no confía plenamente en Dios. Esa inconstancia dificulta recibir una respuesta clara de parte de Dios porque su fe está dividida.
Debemos tener una Fe firme para no ser arrastrados como las olas.
Dios mío te amo y creo en Ti, quiero pedir sin dudar.
Te alabo y te amo
Amén
Canción: https://youtu.be/GUllje7v6xc?si=rR9hwwSHMl7xfBVS
Tomado de:
- Libro El Ladrón de Tumbas. Autor Mark Batterson.
- Biblia Latinoamericana
https://www.recavar.org/hemisferios-del-cerebro
https://www.editorialrenacimiento.com/autores/318__gide-andre
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.