- Apoc 18, 1-2. 21-23; 19, 1-3.9a
- Sal 99
- Lc 21, 20-28
Hoy al final de nuestro año litúrgico, la liturgia nos hace una invitación a restituirle a Dios su lugar como Dios de nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra empresa, en nuestro gobierno. Es de nuevo una invitación a la conversión de corazón a fin de participar de su reino, de manera imperfecta aquí en la tierra y definitivamente en el cielo.
La primera lectura, trata de un relato simbólico que quiere hacer patente que, a pesar de las múltiples dificultades a las que se enfrenta la humanidad, acaba dominando el triunfo de Cristo y de su Iglesia, amparada por la presencia de Dios, Padre misericordioso, que cuida de todos los que han asumido en su corazón la Palabra de vida que Jesús nos ha transmitido y así anuncia: “Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”, tal como repetimos en el salmo 99 que es un canto de alabanza a nuestro Dios.
El lenguaje escatológico empleado por Cristo en elpasaje del evangelio, nos muestra dos cosas: que Él es el Señor y dueño de la historia y de los acontecimientos, y que todo cristiano tiene como consigna la vigilancia, pues desconocemos el día y la hora en que todo esto sucederá.
Afirma el Papa Francisco: “Pensamos en el regreso de Cristo y en su juicio final, que manifestará, hasta sus últimas consecuencias, el bien que cada uno habrá realizado o habrá dejado de realizar durante su vida terrena, percibimos que nos encontramos ante un misterio que nos supera, que no conseguimos ni siquiera imaginar. Un misterio que casi instintivamente suscita en nosotros una sensación de miedo, y quizás también de trepidación. Pero si reflexionamos bien sobre esta realidad, esta sólo puede agrandar el corazón de un cristiano y ser un gran motivo de consuelo y confianza.”
El Señor nos dice: “quien está en el campo que no entre en la ciudad y quien esté en la ciudad que se aleje“. Cristo no nos pide lo que no le podemos dar pero sí reclama un seguimiento convencido por parte de cada uno: que le amemos por encima de nuestras tribulaciones o en medio de la perplejidad; que aguardemos con esperanza su segunda venida.
También nos advierte que el camino de la cruz no es fácil y que a veces cuesta, sin embargo sabemos que cuando Dios pide algo, no hace más que requerir lo que precisamente ha dado. Por lo tanto tenemos un modelo donde reflejarnos. Él nunca nos deja solos. Repitamos las palabras de Santa Teresa “Solo Dios basta” y seamos capaces de cobrar el animo y levantar nuestra cabeza porque se acerca nuestra liberación.
Feliz Fin del Año Litúrgico 2024.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://es.catholic.net/op/articulos/10458/cat/331/la-ruina-de-jerusalen.html#modal
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/11/28/jueves-de-la-xxxiv-semana-del-t-ordinario/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=28-11-2024
Palabra de Vida Mes Noviembre: “ Ella [la pobre viuda], de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12, 44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.