«Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea; y allí estaba la madre de Jesús. También Jesús y sus discípulos fueron invitados a la boda. Cuando se terminó el vino, la madre de Jesús le dijo: «Ya no tienen vino». Jesús le dijo: «¿Qué tienes conmigo, mujer? Mi hora aún no ha llegado». Su madre dijo a los que servían: «Hagan todo lo que él les diga». En ese lugar había seis tinajas de piedra para agua, como las que usan los judíos para el rito de la purificación, cada una con capacidad de más de cincuenta litros. Jesús les dijo: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: «Ahora saquen lo que está allí, y llévenselo al catador». Y se lo llevaron. El catador probó el agua hecha vino, sin que él supiera de dónde era, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó al esposo, y le dijo: «Todo el mundo sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces sirve el inferior; ¡pero tú has reservado el buen vino hasta ahora!»
A la primera de estas Señales la Madre de Jesús está presente, y Él parece distanciarse, cuando ella se vuelve hacia Él en busca de ayuda, casi parece que la trata mal. “¿Qué tienes conmigo, mujer? Mi hora aún no ha llegado”. Pero la Virgen no se deja engañar por estas palabras y reitera a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga” (Juan 2,3-5). María sabe que Su Hijo es especial, que está destinado a grandes cosas. Y Jesús sabe que ha llegado el momento de separarse de su madre para abrazar el destino que Dios le tiene reservado. El hecho de que esté allí con los discípulos ese día ya es significativo de que Su misión ha comenzado. Los discípulos son Su nueva familia, que lo acompañará hasta Su destino y sacrificio final. En las Bodas de Caná, Jesús se ofrece por primera vez en nombre de la Alianza entre Dios y los hombres que Él ha venido a renovar.
Hay días de días, continua Mark Batterson. Hay días que define el resto de tu vida.
Algunos días siguen el camino de lo predecible; otros días son impredecibles . De uno, u otro modo, no vuelves a ser lo que eras un minuto antes. En apenas una fracción de segundo la vida de se divide en antes del acontecimiento y después del acontecimiento. Queda destruido para siempre el puente hacia el pasado, y el futuro irrumpe como una potente inundación.
Es un nuevo día; una nueva normalidad. Es el primer día del resto de tu vida. Así fue ese día para Jesús.
Imagino la sonrisa del Padre celestial cuando Jesús convirtió el agua en vino.
Podríamos pensar que el problema de que se acabara el vino era un problema menor si lo vemos todo en conjunto, pero en la Palestina del primer siglo era una vergüenza ante todos. Además, el día de tu boda es un día en que quieres que todo salga perfecto. Es probable que sirviera de chispa para la primera pelea matrimonial.
Entra Jesús.
Me encanta el hecho de que este primer milagro de Jesús no tenga que ver con una vida que El salva. ¡Más bien, lo que salva es la reputación de alguien! Eso revela lo mucho que le importan a Dios los detalles más pequeñitos de nuestras vidas. Dios es grande, no porque no haya nada demasiado grande para El. Dios es grande porque no hay nada demasiado pequeño para El.
Convertir el agua en vino, es más que un truco de magia para principiantes, pero no es tan difícil como resucitar un cadáver que se ha estado descomponiendo durante cuatro días. Pero para un Dios omnipotente no hay grados de dificultad. Todo es posible. Nada es imposible.
Es nuestro proceder común que cuando necesitamos un milagro, tendemos a orar más fuerte y durante más tiempo. Y la mayoría de las veces buscamos las mejores palabras para comunicarnos con El. Sin embargo, a Dios, no le impresionan nuestras palabras ni nuestra cadencia oratoria. El oye nuestro corazón mas que nuestras palabras. Responde a la fe, no al vocabulario.
Lo que la Virgen Maria no hizo en las bodas de Caná , tal vez sea tan importante como lo que sí hizo. Ella no le dijo a Jesús lo que tenía que hacer, ni como hacerlo. Simplemente identificó el problema involucrando a Jesús: “Ya no tienen vino” .
María dijo muchísimo, hablando muy poco. Y es que la confianza no se mide por la cantidad de palabras. De hecho, cuanta más confianza tengamos, menos palabras necesitamos.
Los milagros no dependen de que logremos redactar bien la solución para que Dios la oiga. No hay abracadabras. No hace falta que sepamos qué decir. Solo necesitamos saber dónde acudir , como la hizo María. Y si acudimos a Jesús, El puede voltear nuestra situación al derecho y al revés.
Claro que no es necesario esperar hasta que haga un milagro . Si le buscamos primero, El nunca será el último recurso.
Veamos, no se nos describe el orden de las mesas en las boda de Caná., eso no fue necesario para nuestra Madre María, ella trazó un sendero para Jesús allí.
El Papa Francisco nos lo explica así: “El significado y el papel que asume la presencia de la Virgen se manifiesta cuando llega a faltar el vino. Ella, como experta y solícita ama de casa, inmediatamente se da cuenta e interviene para que no decaiga la alegría de todos y, en primer lugar, para ayudar a los esposos en su dificultad. Dirigiéndose a Jesús con las palabras: «No tienen vino» (Jn 2, 3), María le expresa su preocupación por esa situación, esperando una intervención que la resuelva. Más precisamente, según algunos exegetas, la Madre espera un signo extraordinario, dado que Jesús no disponía de vino.
La opción de María, que habría podido tal vez conseguir en otra parte el vino necesario, manifiesta la valentía de su fe porque, hasta ese momento, Jesús no había realizado ningún milagro, ni en Nazaret ni en la vida pública.
En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios. Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder de Jesús aún sin revelar, provoca su «primer signo», la prodigiosa transformación del agua en vino.
De ese modo, María precede en la fe a los discípulos que, como refiere san Juan, creerán después del milagro: Jesús «manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos» (Jn 2, 11). Más aún, al obtener el signo prodigioso, María brinda un apoyo a su fe.”
Nos explica el Papa Francisco que: “Las palabras que María dirige a los sirvientes, “Haced lo que El os diga”, coronan el marco esponsal de Caná y son, además sus últimas palabras referidas por los Evangelios, como una herencia que nos deja a todos. “Es una expresión que recuerda la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el Sinaí en respuesta a las promesas de la Alianza: “Haremos todo cuanto ha dicho el Señor” -observó el Pontífice- Y, efectivamente, en Caná los sirvientes obedecen. “Jesús les dijo: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: “Sacadlo ahora y llevadlo al maestresala. Ellos las llevaron. En estas bodas, realmente, se estipula una Nueva Alianza y a los servidores del Señor, es decir, a toda la Iglesia, se le confía la nueva misión: “Haced lo que El os diga”. Servir al Señor significa escuchar su palabra y ponerla en práctica. Es la recomendación, sencilla pero esencial de la madre de Jesús y el programa de vida del cristiano. Para cada uno de nosotros, beber de la tinaja equivale a confiar en la Palabra de Dios para sentir su eficacia en la vida. Entonces, junto con el maestresala que probó el agua convertida en vino, nosotros también podemos exclamar: “Has guardado el vino bueno hasta ahora“. Sí, el Señor continúa reservando el mejor vino para nuestra salvación, así como continúa fluyendo desde su costado traspasado ”.
La clave de este tipo de milagros es la unción. Un intangible misterio difícil de definir pero que de manera sobrenatural nos da la capacidad de operar más allá de nuestras capacidades. Son las ideas ingeniosas, las que no se originan en nuestra corteza cerebral , encargada de controlar el pensamiento, la conciencia, la atención, la memoria, el lenguaje, actividad motora, las emociones, etc.,. Es ese momento providencial que da resultado a una sincronización sobrenatural. Es el favor divino que desafía toda explicación humana . El resultado neto es que logramos ser más que mejores.
Hacia el final de su vida, el apóstol a San Juan, hizo referencia a esa unción integral en 1 Jn 2, 27 : “pues en ustedes permanece la unción que recibieron de Jesucristo, y no necesitan que nadie venga a enseñarles. El les ha dado la unción, y ella les enseña todo; ella es verdad y no mentira. Así, pues, quédense con lo que les ha enseñado.”
No importa qué sea lo que hagas, Dios quiere ungirte para que lo hagas. La unción no es solo para los que predican. Es para los políticos y los cirujanos; para los conductores y los empresarios, los maestros, los abogados, los artistas, etc. que se convierten en hacedores de vino, sin esa unción jamás podremos convertir el agua en vino. Es el factor indispensable en cualquier cosa que emprendamos.
Eso sí, uno no puede buscarla unción nada más. Tenemos que buscar a Dios. Entrar en la Palabra de Dios y en su Presencia. Cuanto más cerca de Dios estemos, más mas cerca estaremos de su unción.
Solo lo mejor es lo mejor, es una buena definición para el milagro de las Bodas de Caná.
Jesús no solo ayudó a a salvar la reputación del novio, sino que lo hizo ver como el mejor. No solo salvó su día. Jesús hizo que fuera su mejor día.. es en lo que se destaca Jesús. ¡El puede convertir en peor día en el mejor de todos!
La materia prima del primer milagro es el bloque más básico de la naturaleza. Es el recordatorio más profundo de que Dios no necesita demasiado material para actuar. Y de hecho, no necesita nada. Supongo que Jesús pudo haber comenzado con unas uvas, milagrosamente acelerando el proceso de fermentación de tres años, y seguramente lo habrían considerado un milagro. Pero al comenzar con el agua, Jesús demostró su capacidad de tomar la cosa más simple de la tierra para convertirla en algo todavía más bello, todavía más sabroso. Y si Dios puede hacer algo así con el agua, ¿qué cosa podría serle imposible?
El mecanismo preciso con el que Jesús convirtió el agua en vino, es un misterio, es eso lo que hace que sea un milagro. Pero revela su señorío y majestuosidad. A nivel molecular, El es el catalizador de toda transformación , ya sea del agua que se convierte en vino, o la de los pecadores en santos.
Para los cristianos, el milagro que Jesús realiza en Caná tiene un profundo significado Eucarístico. Este milagro, que tuvo lugar muy cerca a la celebración de la Pascua judía, es figura del propio misterio Pascual de Cristo, que se ofrece a sí mismo por nuestros pecados.
Así el primer milagro es una sombra que anuncia el último. En las bodas de Caná, Jesús convirtió el agua en vino. Y en la Última Cena, Jesús levanto una copa de vino y dijo: ….”esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados.” (Mt 26,28)
La noche antes de su Crucifixión, Jesús convirtió una copa de vino común y corriente, en un vaso de Gracia sin fondo.
Transformó el fruto de la vid en agente del perdón, por todo pecado cometido y por cometerse, desde Adán hasta el Apocalipsis.
En el antigua sistema sacrificial de los judíos, no había remisión de los pecado si no había derramamiento de sangre. (Heb 9, 22); para revertir esta maldiciónn de una vez por todas, hacia falta un sacrificio sin mancha, libre de pecado. Entonces, “al que no cometió pecado alguno, por nosotros, Dios lo trató como pecador , para que en El, recibiéramos la justicia de Dios. (2 Cor 5, 21) Esta es la transformación suprema. La Gracia es el solvente que blanquea la mancha roja del pecado y la deja tan limpia como la nieve. Sin lugar a dudas, ese es el milagro más grande de todos.
Cuando conmemoramos la Última Cena, en la Eucaristía, estamos peregrinando de regreso al pie de la Cruz. Así es como, al igual que María, acudimos a Jesús. Podemos beber de la copa de bendición porque El bebió la de la ira. Y la bebió hasta el final. (Is 51, 17).
Los sumilleres (personas expertas en vinos y licores) airean el vino en sus copas para beber apenas un sorbito y poder percibir la calidad del vino. Esta es la forma en que probamos apenas una muestra de la Gracia de Dios. Bebamos como si la provisión de su Gracia fuera menos de lo que contiene las copas que usamos para celebrar la Última Cena. Jamás podremos embriagarnos con su amor de esa manera. Tenemos que beberlo todo. ¡Cada Gota!
Canción:
https://youtu.be/WI2aTXAQpY4?si=DCjaogjqvFKr11_0
Tomado de:
Libro el Ladrón de Tumbas, autor Mark Batterson
Biblia Latinoamericana.
https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1997/documents/hf_jp-ii_aud_26021997.html
https://www.holyart.es/blog/articulos-religiosos/las-bodas-de-cana-explicacion-milagro-y-mensaje/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.