- Ef 2, 19-22
- Sal 18
- Lc 6, 12-19
Hoy que celebramos la fiesta de los santos Simón y Judas. La Iglesia festeja a estos dos santos el mismo día porque ambos fueron apóstoles de Cristo y testigos de su resurrección, predicaron el Evangelio en Egipto y en Masopotamia y juntos sufrieron el martirio. La liturgia hace resaltar la importancia de la evangelización.
Sobre los apóstoles, Jesús edificó la Iglesia y hoy nos invita a nosotros a continuar con esa misión. Todo bautizado esta llamado a que como nos dice el Salmista, “el mensaje de Señor resuene en toda la tierra.”
San Pablo en la primera lectura nos deja ver dos elementos fundamentales de nuestra relación con Dios y de nuestro destino final. Somos “conciudadanos de los santos“, es decir, ya vivimos en el cielo; nuestra vida está destinada a ser santa . Por eso no podemos conformarnos con menos pues estamos llamados a vivir eternamente en el cielo, en donde éste, es sólo la prolongación de nuestra vida en la tierra vivida en el amor de Jesús y a través de su Evangelio. Por otro lado, y quizás de manera aún más importante, resalta el hecho de nuestra filiación divina, pues somos “miembros de la familia de Dios“. Cada vez que pienso en esto no puedo salir de mi asombro al pensar que soy hijo de Dios, que Dios es mi padre y que Jesús es mi hermano, que María es mi madre y que en esta familia también yo soy importante para continuar con su Obra.
Vemos en el texto del evangelio que Jesús, no nos separa del mundo cuando nos elige, aunque sí dijo que no somos del mundo. Jesús establece una comunidad donde el anonimato no es posible. Todos son conocidos por el nombre, a todos los ha destinado a la escucha de la Palabra y a pertenecer al nuevo Reino de Dios.
Nos explica el Papa Francisco: “… «Jesús ora, Jesús llama, Jesús elige, Jesús envía a los discípulos, Jesús cura a la muchedumbre». Y «dentro de este templo Jesús, que es la piedra angular, hace todo este trabajo: es Él quien, de este modo, lleva adelante a la Iglesia». Precisamente como escribe Pablo, «esta Iglesia está edificada sobre el cimiento de los apóstoles que Él eligió». Lo confirma el pasaje evangélico cuando recuerda que el Señor «eligió a doce: todos pecadores, todos». Judas —indicó el obispo de Roma— «no era el más pecador» y «no sé quien haya sido el más pecador». Pero «Judas, pobrecillo, es quien se cerró al amor y por ello se convirtió en traidor». Es un hecho que «todos los apóstoles escaparon en el momento difícil de la pasión y dejaron solo a Jesús: todos son pecadores». Y a pesar de ello, Jesús mismo los eligió.
Así, continuó el Papa Francisco, «a la Iglesia la edifica Jesús con su oración; con la elección de los apóstoles; con la elección de los discípulos que luego envía; con el encuentro con la gente». Jesús nunca está «separado de la gente: está siempre en medio de la multitud que trataba de tocarlo, porque de Él salía una fuerza que curaba a todos», como destaca san Lucas en su Evangelio.
«Nosotros somos ciudadanos, conciudadanos, de esta Iglesia», dijo el Pontífice. Por ello, «si no entramos en este templo y formamos parte de esta construcción para que el Espíritu Santo more en nosotros, no estamos en la Iglesia». Más bien «estamos en la puerta y miramos», tal vez diciendo: «Es hermoso, sí, esto es hermoso». Y así terminamos siendo «cristianos que no van más allá de la “reception” de la Iglesia. Estoy allí, en la puerta», con la actitud propia de quien piensa: «Sí, soy católico, sí, pero demasiado no, así».
Según el Papa Francisco, «la cosa tal vez más hermosa que se pueda decir acerca de cómo se construye la Iglesia es la primera y la última palabra del pasaje del Evangelio: “Jesús reza”, “salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios”». Por lo tanto, «Jesús reza y Jesús cura», porque «salía de Él una fuerza que curaba a todos». Precisamente «en este marco —Jesús que reza y Jesús que cura— está todo lo que se puede decir de la Iglesia: Jesús que reza por los suyos, por los fundamentos, por los discípulos, por el pueblo; y Jesús que cura, que soluciona los problemas de la gente, que da la salud del alma y del cuerpo».
La realidad de «Jesús que reza y Jesús que cura» es actual también hoy para todos nosotros. Porque «nosotros —reafirmó el Papa— no podemos entender a la Iglesia sin este Jesús que ora y este Jesús que cura».
El Papa Francisco concluyó su meditación con la oración al Espíritu Santo, para que «nos haga comprender a todos nosotros esta Iglesia que tiene su fuerza en la oración de Jesús por nosotros y que es capaz de curarnos a todos»
Concédenos Señor, por intercesión de los santos Simón y Judas, que tu Gracia nos haga perseverar en tu Amor y así tu iglesia crezca continuamente por el aumento de los pueblos que creen en Tí.
Tomado de :
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=28-10-2024
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20141028_catolicos.html
Palabra de Vida Mes Octubre “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Marcos 10, 43-44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.