- Jer 37, 7-9
- Sal 1123
- Heb 5, 1-6
- Mc 10, 45-52
Hoy la reflexión de la liturgia nos lleva a pedirle al Señor que tenga compasión y nos quite la ceguera espiritual y pueda ver con caridad a aquellos que vuelven a Tí. Que pueda ver mi debilidad y no me apropie el honor de ser sacerdote por mérito propio, sino porque Tú me has elegido. Y que te demos gracias por todas las cosas que has hecho por nosotros, Señor.
El profeta Jeremías nos invita al regocijo, a la alegría; nuestro Dios nos salvará, rescatará su templo secuestrado, convertirá nuestros eriales estériles en huertos ubérrimos, dará luz a los ciegos, movimiento a los paralíticos… acompañará a su pueblo por el camino de La liberación. No es un camino de rosas, tiene dificultades, pero nos llena de esperanza porque tenemos confianza en nuestro Dios, que nos ha dado como hermano a su Hijo y lo ha establecido, para siempre como puente (según el rito de Melquisedec), como camino, entre Él y nosotros, como nos indica la segunda lectura. ¡El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres ¡, decimos con el Salmista.
El texto del evangelio, nos habla de Bartimeo, quien no es ciego de nacimiento, sino que ha perdido la vista: es el hombre que ha perdido la luz y es consciente de ello, pero no ha perdido la esperanza, sabe percibir la posibilidad de un encuentro con Jesús y confía en él para ser curado. En efecto, cuando siente que el Maestro pasa por el camino, grita: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10,47), y lo repite con fuerza (v. 48). Y cuando Jesús lo llama y le pregunta qué quiere de él, responde: «Maestro, que pueda ver» (v. 51). Bartimeo representa al hombre que reconoce el propio mal y grita al Señor, con la confianza de ser curado. Su invocación, simple y sincera, es ejemplar, y de hecho –al igual que la del publicano en el templo: «Oh Dios, ten compasión de este pecador» (Lc 18,13)– ha entrado en la tradición de la oración cristiana.
Afirma el Papa Francisco que “la fe en Bartimeo, es un grito; la no fe es sofocar ese grito. Esa actitud que tenía la gente para que se callara: no era gente de fe, en cambio, él si. Sofocar ese grito es una especie de “ley del silencio”. La fe es una protesta contra una condición dolorosa de la cual no entendemos la razón; la no fe es limitarse a sufrir una situación a la cual nos hemos adaptado. La fe es la esperanza de ser salvado; la no fe es acostumbrarse al mal que nos oprime y seguir así…”
En el encuentro con Cristo, realizado con fe, Bartimeo recupera la luz que había perdido, y con ella la plenitud de la propia dignidad: se pone de pie y retoma el camino, que desde aquel momento tiene un guía, Jesús, y una ruta, la misma que Jesús recorre. El evangelista no nos dice nada más de Bartimeo, pero en él nos muestra quién es el discípulo: aquel que, con la luz de la fe, sigue a Jesús «por el camino»
Tomado de :
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/10/27/hoy-plagio/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2020/documents/papa-francesco_20200506_udienza-generale.html#:~:text=Mc%2010%2C46%2D52%20y,%2C%20“hijo%20de%20Timeo”.
Palabra de Vida Mes Octubre “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Marcos 10, 43-44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.