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Actitudes Saludables para Madurar en la Fe. Tercera Parte:  Realismo y Respeto.

Posted on octubre 10, 2024

Ya hemos  incursionado sobre cuatro actitudes saludables para madurar en la fe:  Flexibilidad, Control, Desapego y Aceptación . Hoy estaremos reflexionando en dos actitudes más que el Dr. Randall Urbina nos indica para vivir una vida sana.

V.- Realismo:  y afirma  “El sufrimiento es proporcional a tus expectativas.  El sufrimiento es, por definición, afirma es un estado mental aflictivo que se deriva de la ilusión del deseo y que distorsiona nuestra cognición de la realidad.

Germán Silos. Fundador del Instituto Psicológico Cláritas en un artículo, nos indica que  las expectativas son las suposiciones que creamos acerca de lo que creemos que tendría que ser, basado en lo que hemos aprendido a lo largo de la vida y de experiencias pasadas.

Esto se da por la búsqueda del cerebro de crear “atajos” mentales, de ahorrarse energía creando nuevas ideas sobre personas y situaciones, y acude a lo que ya sabe y lo replica. Las creencias que nos vamos formando van dando forma a nuestro mundo y nuestra realidad. Gracias a ellas nos aferramos al cómo debería ser aquello que nos ocurre.

La realidad no es más que una construcción por quien la observa, por lo tanto, está cargada de subjetividad. Todo lo que nos rodea pasa por un filtro personal, creado a partir de nuestros valores, creencias, experiencias, relaciones anteriores, aprendizajes y normas transmitidas por nuestros padres y por la cultura y sociedad que nos rodea.

Paul Auster lo describe a la perfección:

“No hay una sola realidad. Existen múltiples realidades. No hay un único mundo. Sino muchos mundos, y todos discurren en paralelo… Cada mundo es la creación de un individuo.”

Entonces, ¿en qué nos puede ayudar esta perspectiva? Nos puede ayudar, sobre todo, en las relaciones que mantenemos con los otros. Ya que sabemos que cada realidad la construye uno mismo, cuando hablemos con otros veremos el reflejo de su propia realidad subjetiva. Conociendo esto, podemos intentar comprender su punto de vista, teniendo en cuenta cómo esa persona ha construido su realidad, con qué valores, creencias y experiencias, entre otros

¿Qué ocurre cuando las expectativas y la realidad chocan?  Surge la desilusión

Y la DES-ILUSION …es nos indica el Dr Urbina, es la pérdida de la esperanza, especialmente de conseguir una cosa que se desea, o de la ilusión al saber que algo o alguien no es como se creía

Suele producirse cuando la realidad resulta diferente a lo que una persona esperaba.

Cómo evitar que las falsas expectativas nos desilusionen? Nos aconseja Germán Silos:

Primero, empieza por comunicarte, habla con la otra persona y transmítele cómo te sientes, la situación y qué esperabas de ella. Así podrás aclarar las dudas y evitar las falsas expectativas.

Por otro lado, sé realista. Tener ilusiones es sano, pero hay que saber dónde están los límites entre lo fantástico y lo posible. No olvides que no todo puede estar bajo tu control, por ello busca conocer y trabajar aquello que sí puedas controlar, aprende a manejar la frustración y la desilusión, así como la rabia o la ira por no poder controlar los aspectos que se te escapan.

Cada persona tiene sus tiempos, no corras, sé paciente y acepta que los demás pueden tardar en salir de su zona de confort y aceptar los cambios. Quién sabe si el otro también está frustrado porque no has cumplido sus expectativas. Y por esto último, alinead vuestras expectativas. En el amor, en el trabajo, en las relaciones de amistad, familiares, con los hijos, etc. Una buena comunicación ayudará a establecer la base de una relación sana.

Y por último, pide ayuda si te ves superado. Trabaja la gestión de tus emociones y el autocontrol. La tolerancia a la frustración y el manejo de expectativas son dos aspectos que se pueden desarrollar y te ayudarán a vivir de forma más plena.

La pregunta que ahora postulamos es si existe alguna diferencia entre esperar y tener fe.

Mucha gente confunde una cosa con otra y por ello piensan que tener fe es lo mismo que tener expectativas.  De acuerdo a como la Biblia maneja el concepto fe, no existe nada más lejos de la verdad.  Comencemos por mirar las expectativas.  Ellas son una conclusión de un análisis de cada uno en particular, y que movido por la incertidumbre, puede llevarnos a un estado de ansiedad.  Al ser conclusiones nuestras, pueden ser afectadas por algunos elementos que forman nuestra forma de pensar, tales como nuestras experiencias del pasado, nuestra cultura, nuestra educación, así como los filtros de comunicación que aplicamos continuamente (Todos filtramos la información que nos llega de una manera diferente y esos elementos que sirven para formar un pensamiento acerca de la información recibida se convierte en filtro, y eso lo tenemos todos.  Es por eso que muchas veces mirando la misma información, la interpretamos en forma diferente).

El crear expectativas es innato en el ser humano, o de otra manera, es parte de nuestro estado pensante, por lo que diría que fue inplantado por Dios dentro de nuestra mente.  Por cuanto las expectativas dependen de muchos elementos en nuestra memoria (mente), entonces todas ellas son subjetivas, personales, y únicas.  Cuando voy a poner gasolina en mi automóvil, yo espero que la bomba dispense gasolina en mi auto, y no agua u otro líquido parecido.  De ello no puedo estar seguro del todo.  Es tan importante éste elemento que aplicamos el mismo a toda nuestra vida.

La fe no es así.  La fe es un regalo de Dios (Efesios 2:8 nos dice que la fe no viene de nosotros pués es don o regalo de Dios. o de otra forma; la misma no podemos crearla, ni podemos desarrollarla, ni es innata a nosotros).  Es algo que le pertenece al Señor Jesús y nos deja participar de ello (Hebreos 12:1-2).

Cuántas veces nos hemos sentido en un camino sin salida ? Las expectativas nos pueden llevar a la aflicción. La angustia puede llegar si se pierde la confianza, pero sabemos que tenemos una salida y se llama Jesucristo. Podemos estar atribulados en todo pero no  angustiados porque nuestra confianza está en Dios.   

Jesucristo dijo “…en el mundo tendréis aflicción…” (Juan 16:33), es decir, tendremos tribulaciones, momentos tristes; sin embargo, no debemos angustiarnos. El mismo Señor Jesús, también expresó “…Confiad…” (v33). Pues la aflicción o tribulación no debe llegar al punto de que sintamos una angustia todo el tiempo.

Apolonio Carvalho Nascimento, del Movimiento Los Focolares, en la reflexión del domingo nos dice: “Muchas cosas nos pueden sorprender cada día. Algunas traen alegría y otras tristeza y dolor.

Cuando estamos preparados para las sorpresas, se hace más fácil afrontarlas.

La mejor preparación es la comprensión de que todas las situaciones que vivimos son manifestaciones del amor de Dios. Incluso cuando son consecuencias de nuestros errores. Me explico: cuando sufrimos por un error cometido es porque nuestra conciencia ya nos acusó y generó arrepentimiento. Dios se aprovecha de esto para manifestar su amor misericordioso.

Entonces, para dejarnos sorprender, no esperemos sorpresas, esperemos, ante todo, la manifestación del amor de Dios por nosotros. Él siempre nos sorprende más allá de nuestras expectativas.

Vi.- Respeto.

El Dr. Randall Urbina, nos recuerda que  somos diferentes; cada uno tiene su historia  y que la gente cambia.

Entonces debemos respetar  al otro y para ello es necesarios entenderlo dentro de su realidad, no la mía; eso incluye su personalidad, su temperamento, su historia, crianza, experiencias, dolores, limitaciones y creencias.

Entonces es importante practicar la Descontextualización, o sea que: no hay una realidad  en sí misma, sólo maneras de mirarlas. Que muchas veces nos cegamos porque pensamos que somos poseedores de “la verdad” y no es así, esto nos obliga a aceptar que nuestro concepto de verdad es relativo.

Reconozca el Misterio Sagrado del Otro y no juzgue.

Mirar a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros padres  sintiendo que son perfectos tal cual son, diciendo: “Os amo exactamente tal como sois sin necesidad de cambiar nada”, produce efectos milagrosos en el otro y en uno mismo

En los últimos días de Su ministerio terrenal, Jesús dio a Sus discípulos lo que Él llamó“un mandamiento nuevo” (Juan 13:34). Ese mandamiento, que repitió tres veces, era sencillo pero difícil: “Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado” (Juan 15:12. La enseñanza de amarse los unos a los otros había sido una enseñanza esencial de su ministerio. El segundo grande mandamiento era “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Jesús incluso enseñó: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44).

Sin duda alguna amar a los demás como el Buen Pastor ama a sus ovejas , fue para sus discípulos —y lo es para nosotros— un desafío singular. Sin embargo, se que como cristiana tengo que procurar amar desde el amor a Jesucristo y desde el amor que El nos mostró a todos. Va a ser fuente inagotable de amor. Ya he empezado a practicar; verdadera fuente de amor.

Ver cómo Jesús ama. Confía en los hombres, pero su confianza no se apoya en ellos, sino en que vive El en comunión con el Padre, subsiste en El la experiencia de amor eterno. Nunca podré amar a los demás si me creo más que ellos. Sólo podré amarlos desde mi pobreza a su pobreza, desde mi humildad. Si estuviéramos de verdad enamorados de Dios, nuestro proceder interno cambiaría. A la fuerza buscaríamos la ocasión de hablar de El. Con amigos, vecinos, con toda persona.

Como las abejas sacan siempre miel, nosotros extraeremos siempre de nuestro interior, lo que dentro llevamos: Dios. Yo me pregunto muchas veces cuándo amaré de verdad a mis semejantes. Y la solución la veo claro: cuando me enamore más del Padre, querré más a todos sus hijos

Quisiera terminar esta reflexión con parte este artículo del Padre Toto, que creo ejemplariza muy bien  cómo las actitudes saludables nos llevan a  madurar en la fe:

“Recuerdo que el rector nos dijo que Monseñor Hugo iba a llegar al seminario para conversar media hora con cada uno de los candidatos a diáconos. Eran media hora conversando a solas con el Obispo. Yo decidí que en esa media hora le iba a decir la lista de 10 cosas por las cuales yo pensaba que él no debería ordenarme sacerdote. Y aunque lo deseaba con todo el corazón, no quería llegar a la ordenación porque los formadores no se dieron cuenta de algo o supe disfrazar algo. Quería llegar a la ordenación por la puerta y no por la ventana. Era como un seguro vocacional por si en el futuro el diablo llegaba a molestarme echándome en cara esos defectos, yo podría desarmarlo y quedarme en paz porque la Iglesia ya conocía de ellos. Su chantaje no tendría poder.

Y llegó el día de la visita. Al sentarme delante de él tenía mucho miedo, tuve la tentación de no hacerlo. ¿De qué querés conversar? Me preguntó. Me gustaría comentarle por qué no debería ordenarme sacerdote. Me sonrió y me dijo que iba a escuchar atento. Y así lo hizo. No me interrumpió. Al finalizar me dijo que la vocación no se trataba de los motivos por los cuales decirle no a Dios, sino de que quien me ha llamado es Dios sabiendo quien soy yo. Me contó cosas de él y sus fragilidades. Éramos dos bautizados hablando de sus luchas. En ese momento supe que tenía al frente un padre y pastor.

Canción

https://youtu.be/G09T9IKxWhU?si=AKUPwBzU6hqeQMK1

 

Nota:

Les recuerdo que al final de este ciclo de reflexiones sobre las actitudes  saludables para madurar en la fe, les adjuntaré todos los textos consultados:


Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.

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