En el Catecismo de la Iglesia Católica; en el numeral 754, encontramos que “La Iglesia, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo (Jn 10, 1-10). Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como él mismo anunció (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-31). Aunque son pastores humanos quien es gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10, 11-15)”. (LG 6)
La iglesia es una comunidad funcional porque cumple determinadas funciones en la sociedad. En relación con la iglesia, “función” se refiere al hecho que la iglesia ocupa una posición en la sociedad y tiene una ocupación particular en la vida social. La función es la acción para la cual la comunidad de fe está capacitada o dotada, orientada o vocacionada, o el propósito por el cual existe. Es lo que se espera que la comunidad de creyentes haga en cumplimiento de un fin determinado. Implica el cumplimiento de un propósito y la idea de que al cumplir con su función, la iglesia se sirve de todo.
La V Conferencia Episcopal celebrada en América Latina (año 2007), en Aparecida, Brasil propone una Iglesia Católica que sea comunidad de comunidades. Esto se hará realidad en la comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia. Somos Iglesia, somos comunidad, somos discípulos misioneros, llamados a vivir en comunión con los sucesores de los apóstoles y con el Papa.
¿Cuáles son los signos de una Iglesia comunidad de comunidades?
Los Hechos de los Apóstoles en la Sagrada Biblia nos permiten saber con precisión cuál fue la comunidad – Iglesia, que Jesucristo fundó para la salvación del mundo.
Una Iglesia que vive en comunidad , todos practican la caridad y la misericordia.
Hechos 2, 42-47: Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones.
Toda la gente sentía un santo temor, ya que los prodigios y señales milagrosas se multiplicaban por medio de los apóstoles.
Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno.
Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón.
Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad a los que quería salvar.
Todos los creyentes tienen un solo corazón y una sola alma.
Hechos 4, 32-37: La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que todo lo tenían en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y aquél era para todos un tiempo de gracia excepcional.
Entre ellos ninguno sufría necesidad, pues los que poseían campos o casas los vendían, traían el dinero y lo depositaban a los pies de los apóstoles, que lo repartían según las necesidades de cada uno.
Así lo hizo José, un levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que quiere decir: “El Animador”).
Éste vendió un campo de su propiedad, trajo el dinero de la venta y lo puso a los pies de los apóstoles.”
Por el testimonio de vida y la caridad, los discípulos se ganan la estima y nacen nuevos apóstoles. Hechos 5, 12-16: Por obra de los apóstoles se producían en el pueblo muchas señales milagrosas y prodigios. Los creyentes se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón, y nadie de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima.
Más aún, cantidad de hombres y mujeres llegaban a creer en el Señor, aumentando así su número.
La gente incluso sacaba a los enfermos a las calles y los colocaba en camas y camillas por donde iba a pasar Pedro, para que por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos.
Acudían multitudes de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo a sus enfermos y a personas atormentadas por espíritus malos, y todos eran sanados
La fe de la primera comunidad de creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y, para la mayoría, viviendo entre ellos todavía. Estos “testigos de la Resurrección de Cristo” (cf. Hechos 1, 22)
En el Catecismo de la Iglesia Católica en el 752, nos dice que en el lenguaje cristiano, la palabra “Iglesia” designa no sólo la asamblea litúrgica (cf. 1 Co 11, 18; 14, 19. 28. 34. 35), sino también la comunidad local (cf. 1 Co 1, 2; 16, 1) o toda la comunidad universal de los creyentes (cf. 1 Co 15, 9; Ga 1, 13; Flp 3, 6). Estas tres significaciones son inseparables de hecho. La “Iglesia” es el pueblo que Dios reúne en el mundo entero. La Iglesia de Dios existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea litúrgica, sobre todo eucarística. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo.
El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Ante todo, está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza: “Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para echar demonios. Marcos 3, 14-15
Jesús mismo diseñaría el modelo a partir del cual la Iglesia comenzaría su misión. La comunidad compuesta por Él, sus apóstoles y varios discípulos, daría lugar a la aparición de los obispos, cuya cabeza será el Papa, formando todos ellos un colegio o grupo estable.
La jerarquía se basa de un lado en la facultad por parte de los clérigos –ordenados en distintos niveles, según veremos– de administrar los sacramentos: determinados ritos, como la celebración de la Eucaristía, serán exclusivos de los presbíteros, quienes, junto con otros miembros, forman parte del clero.
También se basa la jerarquía en el poder de intervenir a nivel de jurisdicción: por ejemplo, determinando quien competa qué sacerdote será párroco de una determinada parroquia.
El clero –integrado por los clérigos– se organiza en distintos niveles en una jerarquía ascendente, basado en los tres grados del sacramento del orden –Episcopado, Presbiterado y Diaconado– que va desde el diácono, pasando por el presbítero, obispo, arzobispo, primado, patriarca –en casos más particulares– y cardenal, hasta llegar al cargo supremo del Papa.
¿Qué distingue a un obispo de un cardenal? ¿Y de un arzobispo?
En un primer nivel de esa jerarquía contamos con los cardenales, obispos y arzobispos.
Los cardenales son los consejeros y colaboradores más inmediatos del Papa, siendo en su inmensa mayoría obispos. Deben ayudar al Santo Padre a administrar la Iglesia. También pueden participar en el cónclave o elección del nuevo Papa. El color que distingue a los cardenales es el rojo púrpura, y el término por el cual se dirige a ellos es el de eminencia.
Los obispos, de otro lado, obtienen su cargo mediante la ordenación episcopal. Sus tareas son guiar a las diócesis, o sea, las unidades territoriales y administrativas que componen la Iglesia, así como ordenar sacerdotes y diáconos, y administrar el sacramento de la Confirmación. Los obispos pueden administrar todos los sacramentos, incluida la ordenación. El color que les distingue es el púrpura, y pueden llamarse monseñor o excelencia.
Por último, cabría referirse al arzobispo. Es el obispo de una archidiócesis, o mejor dicho de la diócesis al frente de una provincia eclesiástica compuesta por varias diócesis. Si el arzobispo además es la cabeza de la provincia eclesiástica, es denominado metropolitano. De otro lado la calificación de arzobispo también puede ser solo honorífica.
¿En qué se distingue un presbítero de un diácono?
En un segundo nivel jerárquico encontramos a los presbíteros, también denominados sacerdotes, que si están vinculados a una parroquia en particular son párrocos.
La parroquia, por cierto, es también una unidad administrativa de la Iglesia. Varias parroquias forman un vicariato, y así, un párroco puede también detentar el cargo de vicario, coordinando varias parroquias de la zona. Los sacerdotes pueden administrar todos los sacramentos, a excepción del orden sacerdotal
Los diáconos formarían un tercer nivel en la jerarquía eclesiástica. Su cometido es ayudar a los sacerdotes y obispos en las ceremonias. Solo pueden administrar el sacramento del bautismo y asistir al matrimonio con delegación particular. Predican la palabra de Dios y sirven en las comunidades parroquiales.
En algunos casos –más en las iglesias orientales– los diáconos abrazan el diaconado con carácter permanente; en otros provisionalmente y con miras a su posterior ordenación presbiteral.
Otros títulos eclesiásticos: nuncio apostólico, vicario general.
Además de lo anterior, contamos con otros títulos eclesiásticos o cargos ocupados por quienes ya ostentan una posición en la jerarquía eclesiástica.
Nos referimos de un lado al caso del nuncio apostólico, que viene a ser un embajador de la Santa Sede ante los Estados; y de otro lado al vicario general, que representa al obispo en la gestión de las relaciones entre parroquias y vicariatos, las diversas circunscripciones en las que se divide la diócesis territorialmente.
¿La existencia de jerarquía implica desigualdades entre los distintos miembros de la Iglesia?
La jerarquía de la Iglesia no implica desigualdad de los fieles, pues todos, clérigos o no, están igualmente bautizados. Así, la igualdad de todos es anterior a la diversidad de condiciones personales en la Iglesia como consecuencia del sacramento del orden y de los distintos carismas.
La jerarquía existe, en el interior de la comunión de los fieles y a su servicio, no sobre la propia Iglesia ni, evidentemente, al margen de ella.
O sea, no se trata de “ejercicio de poder”, sino de “ejercicio de funciones” al servicio de los demás, por parte de cualquiera de los clérigos en sus diversos órdenes. Pues detentar un cargo jerárquico no es más que servir de ese modo concreto a todos los católicos, implique ese cargo la autoridad que implique.
Canción
https://youtu.be/YxUDuZ_Ncvk?si=t7mIg6VwNQj-zQeK
Nota; Los textos consultados, igual que en otras ocasiones, se las adjunto en el tema final.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.