- Is 1, 10-17
- Sal 49
- 1 Cor 15,12. 16-20
- Mt 10, 34-11, 1
Hoy que recordamos la memoria de San Buenaventura, obispo y doctor de la ley. La liturgia nos insta a darle prioridad al Señor en nuestra vida.
Cuando el 2 de febrero de 1257, Buenaventuraes elegido ministro general ha cumplido cuarenta años. Quizá tenga treinta y seis. Por varios motivos, el momento es difícil. […] La actividad de Buenaventura como ministro general es muy ponderada. Ha estado dirigida a mantener la paz de las conciencias. Se ha preocupado de la observancia de la regla, a la que considera como renovación de la vida evangélica. La vida de los frailes debe renovar la vida de los apóstoles del Señor.
En este contexto nos viene a bien el cuestionamiento que el Señor hace en la primera lectura a su pueblo y, por supuesto aplica a nosotros, ¿Ustedes creen que me hacen sonreír cuando llegan al templo y ofrecen sacrificios? “Justo lo contrario”. ¿Creen que no veo sus corazones? ¿Creen que no veo como tratan a los pobres los otros seis días de la semana? ¿Cómo pueden alabarme cuando no tienen ni la más mínima idea de quién soy? Todo esto es falso, es un espectáculo y siento repulsión.
Si verdaderamente queremos que nuestra oración sea escuchada, debemos ser congruentes en nuestro diario vivir, es decir, tratar con caridad y con justicia a todos los que se acercan a nosotros, especialmente a los de nuestra propia casa (hermanos, padres, cónyuge), o sea seguir su consejo: “Lávense y purifíquense, aparten de mi vista sus malas acciones.
Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien.
Busquen la justicia, auxilien al oprimido, protejan el derecho del huérfano y la causa de la viuda».
No olvides que la fe cristiana no es una filosofía, sino ante todo, un estado de vida, una manera muy concreta de vivir y de ser.
Y es que como nos indica el Papa Francisco, explicándonos el texto del Evangelio, “Jesús es el Hijo, y nosotros somos hijos en Él. […] Por esto Jesús dice: he venido a traer división; no es que Jesús quiera dividir a los hombres entre sí, al contrario: Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación. Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad, Jesús no trae neutralidad, esta paz no es una componenda a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando esto requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí, divide; lo sabemos, divide incluso las relaciones más cercanas. Pero atención: no es Jesús quien divide. Él pone el criterio: vivir para sí mismos, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es “signo de contradicción”.
Entonces, si perdemos nuestra vida de incoherencias y le damos el lugar al Señor en nuestra vida, el primero, El nos garantiza como nos dice el Salmista que nos salvará porque como su Hijos, le obedecemos y cumplimos con su Voluntad.
¡Haznos ver tu Salvación Señor!
Textos Consultados:
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://es.catholic.net/op/articulos/48682/cat/331/el-que-no-toma-su-cruz-y-me-sigue-no-es-digno-de-mi.html#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=15-07-2024
Palabra de Vida Mes de julio “ El Señor es mi pastor, nada me puede faltar” (Salmo 23, 1) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.