- Jb 38, 1. 8-11
- Sal 106
- 2 Cor 5, 14-17
- Mc 4, 35-41
La liturgia nos confronta, una vez más, con el Misterio que se encierra en Dios y en su Hijo Jesucristo.
Los versículos del libro de Job en la primera lectura despliegan en toda su magnificencia la grandeza de Dios en la Creación, aludiendo con bellas palabras al poder del mar y a su control por parte de Yahvé. Sabemos que el libro de Job pone a prueba al creyente que se fía de Dios y no puede explicar por qué ocurren una serie de desgracias en el mundo.
Job es ese tipo de persona que el autor del libro ha escogido para que nos asombre; porque, a pesar de que no podemos explicar muchas cosas de las que pasan en el mundo y por difíciles que puedan ser, el cristiano las puede enfrentar seguro de que Dios tiene recursos para salvarlos, solo hay que confiar.
Hecho que en la escena del relato de San Marcos nos ofrece el mismo mensaje en la actuación poderosa del Señor Jesucristo, que provoca el asombro en los atemorizados discípulos. . El Evangelio, nos explica el Papa Francisco, “cuenta que los discípulos se acercan a Jesús, le despiertan y le hablan. Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que necesitamos a Dios. Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios, cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros. Jesús, implorado por los discípulos, calma el viento y las olas. Y les plantea una pregunta, una pregunta que nos concierne también a nosotros: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?».
Los discípulos se habían dejado llevar por el miedo, porque se habían quedado mirando las olas más que mirar a Jesús. Y el miedo nos lleva a mirar las dificultades, los problemas difíciles y no a mirar al Señor, que muchas veces duerme. También para nosotros es así: ¡cuántas veces nos quedamos mirando los problemas en vez de ir al Señor y dejarle a Él nuestras preocupaciones! ¡Cuántas veces dejamos al Señor en un rincón, en el fondo de la barca de la vida, para despertarlo solo en el momento de la necesidad! Pidamos hoy la gracia de una fe que no se canse de buscar al Señor, de llamar a la puerta de su Corazón.
Podemos preguntarnos: ¿cuáles son los vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo. Él lo desea, quiere que nos aferremos a Él para encontrar refugio de las olas anómalas de vida”
Y hagamos intensamente nuestra la doble invitación de San Pablo a los Corintios para ser capaces de vivir para el que murió y resucitó por nosotros, siendo muy conscientes de que quienes somos de Cristo somos una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
El Apóstol, presenta la muerte de Cristo desde la eficacia del amor como comunión en su vida y en su resurrección. Con ello se quiere significar que lo negativo que pueda tener la muerte para nosotros ya ha sido asumido por Cristo, y que, desde entonces, no debemos tenerle miedo a la muerte, porque para nosotros queda la victoria de su resurrección. Hablar de la muerte siempre ha sido un reto humano y teológico. En esta carta, pues, Pablo se atiene a las consecuencias de lo que es inevitable. Cristo nos ha asegurado un triunfo por su amor. Por ello debemos ser hombres nuevos que, aunque pasemos por la muerte, nunca seremos destruidos o aniquilados.
El Salmista nos invita a dar gracias a Dios por sus bondades, En cada situación Dios como al pueblo de Israel nos ha liberado, por eso es sabio recurrir a El, en todo momento.
Pidámosle al Señor que nos de un corazón sin miedo, un corazón que crea en Tí Señor y se fíe de Tiy, en consecuencia, no tema nada ni a nadie. Haz que la bendición de tu paz llegue hasta el fondo de mi alma para que arranque las raíces del miedo, y siembre la semilla de la fe. Hazme sentir confianza para que pueda vivir con alegría.
Textos Consultados:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Libro Busco Tu Rostro. Carlos Vallés
- https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/23-6-2024/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2021/documents/papa-francesco_angelus_20210620.html#:~:text=En%20la%20liturgia%20de%20hoy,popa%20durmiendo%20sobre%20un%20cabezal.
Palabra de Vida Mes de junio “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o que se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo” (Marcos 4, 26 – 27)
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.