- 1 Re 21, 17-29
- Sal 50
- Mt 5, 43-48
Hoy la liturgia nos invita a practicar la Misericordia, el distintivo de los cristianos, lo que más nos acerca al corazón de Dios.
En la primera lectura hemos podido meditar acerca de como Dios, se manifestó también como el defensor de los débiles, los inocentes y los oprimidos contra la prepotencia de los fuertes y poderosos; y también ante el arrepentimiento mostrado por el débil rey, muestra su Misericorida y le brinda una prórroga del castigo.
¿Cuántas veces pensamos que podemos pecar y que nuestro pecado no tendrá consecuencias? La verdad, como nos lo hace ver este pasaje de la Escritura, todo pecado tiene consecuencias en el presente y éstas pueden extenderse hasta el futuro.
Con el Salmista, le pido al Señor la Gracia del arrepentimiento y acudo a su Misericoridia con fe y confianza de que Tu Señor no rechazas a tus hijos cuando nos volvemos a ti con dolor en el corazón. Sean hijos de su Padre Celestial, nos insta Jesús.
En el Evangelio de la Misa de hoy, el Señor nos recuerda un aspecto esencial de nuestra vocación: la perfección, la santidad y nos exhorta a que nos empeñemos en alcanzarla. Esto es compatible con la fragilidad personal.
Y nos explica el Papa Francisco que “Jesús nos dice dos cosas: primero, mirar al Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover sobre justos e injustos. Su amor es para todos. Y Jesús concluye con este consejo: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”.
Por lo tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza.
Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, alguna pequeña enemistad.
Jesús nos invita a contemplar y sentir en medio de nuestras vidas al Padre del cielo que hace salir su sol sobre malos y buenos y comportarnos como sus hijos. El amor lo tenemos asegurado. Nos falta creer en él y apostar nuestra vida por él.
Textos Consultados:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Vallés
- https://es.catholic.net/op/articulos/13073/el-amor-a-los-enemigos.html#modal
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/06/18/la-perfeccion-es-obra-de-la-gracia-en-nosotros/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=18-06-2024
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes de junio “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o que se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo” (Marcos 4, 26 – 27)
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.