- Stgo 5, 13-20
- Sal 140
- Mc 10, 13-16
Tenemos que situarnos, para entender bien esta primera lectura, en la mentalidad judía de entonces, que es la que también tenía Santiago, según la cual la enfermedad se consideraba como una consecuencia del pecado. Desde aquí hemos de entender lo que nos dice en torno a los dos temas principales: la enfermedad y la oración. Las afirmaciones son rotundas: “La oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará”. Este es el poder de la oración de fe: curar las enfermedades y perdonar los pecados. No dudamos que tenga este poder, pero nosotros no nos quedamos ahí y vivimos la oración de fe también de otra manera. Es la que nos lleva a relacionarnos y tratar con Dios, sabiendo que es nuestro Padre. En nuestra vida ordinaria, tratamos y nos podemos relacionar con muchas personas humanas, de distinta categoría social, pudiendo llegar a la amistad con ellas. Pero nuestra fe nos ayuda a dar un gran salto: tratar, dialogar, con Dios, sabiendo además que es nuestro Padre. Podemos hablar con Dios y gozar de su presencia. E igualmente, siguiendo situaciones positivamente sorprendentes y apoteósicas, Jesús está dispuesto a entrar de lleno en nuestra vida, asegurándonos que nunca nos dejará solos mostrándonos su amor y su luz en la salud y en la enfermedad. Él nos dará la fuerza suficiente para enfrentarnos, como seguidores suyos, a cada situación que nos toque vivir en esta tierra, antes de desembocar en la plenitud de la vida en nuestra resurrección, donde la enfermedad, el dolor y las lágrimas no tendrán cabida.
”Que sea, Señor, mi oración ccomo el incienso”, le decimos con el Salmsta; y con elllo le pedimos que acepte este día como varillla que se ha quemado ora a ora en tu presencia, dejando en las cenizas del pasado la fragancia del presente. Que lo acepte como mis manos alzadas hacia ti, señor símbolo e instrumento de mis oraciones diaria para vivir mi vida y establecer tu Reino.
Y es que como nos indica el Papa Francisco: “Quien se hace pequeño como un niño —nos dice Jesús— “es el más grande en el reino de los cielos”. La verdadera grandeza del hombre consiste en hacerse pequeño ante Dios. Porque a Dios no se le conoce con elevados pensamientos y muchos estudios, sino con la pequeñez de un corazón humilde y confiado. Para ser grande ante el Altísimo no es necesario acumular honores y prestigios, bienes y éxitos terrenales, sino vaciarse de sí mismo. El niño es precisamente aquel que no tiene nada que dar y todo que recibir. Es frágil, depende del papá y de la mamá. Quien se hace pequeño como un niño se hace pobre de sí mismo, pero rico de Dios.»
Quien se hace pequeño como un niño —nos dice Jesús— “es el más grande en el reino de los cielos”. La verdadera grandeza del hombre consiste en hacerse pequeño ante Dios. Porque a Dios no se le conoce con elevados pensamientos y muchos estudios, sino con la pequeñez de un corazón humilde y confiado. Para ser grande ante el Altísimo no es necesario acumular honores y prestigios, bienes y éxitos terrenales, sino vaciarse de sí mismo. El niño es precisamente aquel que no tiene nada que dar y todo que recibir. Es frágil, depende del papá y de la mamá. Quien se hace pequeño como un niño se hace pobre de sí mismo, pero rico de Dios.»
Textos Consultados:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Libro Busco. Tu Rostro. Autor Carlos G. Vallés
- https://es.catholic.net/op/articulos/64391/cat/331/la-puerta-secreta-hacia-el-reino.html#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=25-05-2024
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/05/25/todo-lo-hago-nuevo/
Palabra de Vida Mes de Mayo 2024. “Quien no ama, no ha conocido a Dios porque Dios es Amor.” 1Jn 4, 8
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.