https://youtu.be/DhCgWmMBVow?si=y-3uhxU9u-HkimCu
- 18, 21-28
- Sal 129
- Mt 5, 20-26
Para que las prácticas cuaresmal sirvan verdaderamente a nuestra conversión, la liturgia de hoy nos deja claro que deben ir acompañadas de esa decisión profunda de pedir perdón a quien hemos ofendido y de practicar la misma Misericordia que el Señor tiene con nosotros al perdonar a quien no haga daño.
La Cuaresma es un tiempo propicio para reconciliarnos, no sólo con Dios y con los hermanos, sino incluso con nosotros mismos; es tiempo de perdonar nuestros errores, de aceptarnos como somos y proponernos o re-proponernos nuevas metas. Ten ánimo, Dios quiere que tengas vida y que la tengas en abundancia. Así lo afirma el profeta Ezequiel, “Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo se salvará.
En el texto de San Mateo, el Señor nos llama a ser personas íntegras: «Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano», es decir, la fe que profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida cotidiana y afectar a nuestra conducta. Por ello, Jesús nos pide que nos reconciliemos con nuestros enemigos. Un primer paso en el camino hacia la reconciliación es rogar por nuestros enemigos, como Jesús solicita. Si se nos hace difícil, entonces, sería bueno recordar y revivir en nuestra imaginación a Jesucristo muriendo por aquellos que nos disgustan. Si hemos sido seriamente dañados por otros, roguemos para que cicatrice el doloroso recuerdo y para conseguir la gracia de poder perdonar. Y, a la vez que rogamos, pidamos al Señor que retroceda con nosotros en el tiempo y lugar de la herida —reemplazándola con su amor— para que así seamos libres para poder perdonar.
En palabras de Benedicto XVI, «si queremos presentarnos ante Él, también debemos ponernos en camino para ir al encuentro unos de otros. Por eso, es necesario aprender la gran lección del perdón: no dejar que se insinúe en el corazón la polilla del resentimiento, sino abrir el corazón a la magnanimidad de la escucha del otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible aceptación de sus disculpas y al generoso ofrecimiento de las propias».
Así, en los textos, el Señor nos hace una llamada fuerte a la responsabilidad personal ante la Gracia que se nos ofrece. Cada uno de nosotros, cada una de las personas que queremos vivir en sintonía con la Palabra, somos responsables de acoger la Gracia, el Amor de Dios o rechazarla. Su Gracia nos llama y sostiene nuestra fragilidad. Alimenta nuestro deseo de vivir con actitudes más justas y fraternas, más coherentes con nuestra propia fe.
Perdòname Señor y viviremos… Confío en el Señor, mi alma espera y confía en sus palabras, acabamos de orar con el Salmista. En nuestro ascenso hacia la montaña santa, la Cuaresma nos viene presentando una serie de escalones en este itinerario: el ayuno, la misericordia, la oración, la penitencia… Hoy, con esa insistencia de Jesús en la «justicia mayor», quizás sea un buen día para subrayar y reflexionar sobre nuestro examen de conciencia. Este es un momento de oración, a solas con Dios, de diálogo y escucha, de acción de gracias y petición de perdón. Es necesario hacerlo antes de cada confesión; y es muy recomendable dedicar a ello unos minutos al final de cada jornada.
Palabra de Vida Mes de Febrero 2024. “Hagan todo con Amor” (1 Cor 16, 14) https://www.focolare.org
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.