https://youtu.be/ChsV2ckmmAw?si=riExoly2Q8m5apfr
- Jer 20, 7-9
- Sal 62
- Rom 12, 1-2
- Mt 16, 21-27
Hoy reflexionemos si preferimos ganar al mundo o ser verdaderos discípulo de Dios y lo que eso requiere:
- Dejarnos seducir por el Señor (1 lectura)
- Que nuestra alma tenga sed del Señor (salmo)
- Que nuestra vida sea una ofrenda viva y agradable a Dios (2 lectura)
- Tener una nueva manera de pensar, no como la del mundo. (Evangelio?.
Comencemos con el texto de Jeremías, que nos muestra un diálogo entre el profeta y Dios en el el primero nos describe tal y como se siente. Es a la vez una oración que se vuelve declaración e incluso reclamo. En este texto, el autor expresa que el Señor lo ha seducido. Es interesante esta expresión, pues refleja el inmenso amor que Él mismo experimenta por Dios, la intensidad con el que ama Dios. Él expresa que ha tenido que soportar oprobio y desprecio diario por atender la Palabra. Él ha querido dejarlo, pero hay algo en su interior que no se lo permite.
Es precisamente este amor inmenso que profiere al Señor, esta relación íntima que mantiene el profeta con su Dios, el que le permite seguir cumpliendo con lo que el Señor le va indicando. Esto lo hace a pesar de que es consciente del sufrimiento que implica este encargo y que no lo quiere, con lo cual queda evidenciado que si sufre, lo hace no porque quiera sufrir, sino porque ama a Dios y como dirá el evangelio «tendrá que cargar con su cruz».
Y es por eso que el Salmista nos hace ver la necesidad de tener sed del Señor. Y es que precisamente tener sed de Dios significa estar necesitado de su presencia. Es tener un profundo, sincero y agobiante deseo de estar junto al Padre Celestial. En el orden humano que le damos a las cosas, las necesidades físicas, como el hambre y la sed, están en un primer lugar. Este Salmo expresa que estar junto a Dios es una necesidad de primer grado, que no puede ser relegada ni eliminada, es necesario adherirnos a El, buscarlo, contar con su apoyo seguro, todo eso y más El nos da. Nuestro Dios es el Dios VIVO, nuestra alma debe sentir esa pasión por conocerlo y amarlo; por recordar con gratitud las maravillas que ha hecho en nosotros.
Por eso San Pablo, nos exhorta a ofrecernos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Para entenderlo vamos a reflexionar en el entorno de este texto.
Bajo el antiguo pacto, Dios aceptó los sacrificios de animales. Sin embargo, estos fueron sólo una tipología del sacrificio del cordero de Dios, Jesucristo. Debido a su sacrificio final en la cruz y que fue una vez y para siempre, los sacrificios del antiguo testamento quedaron obsoletos y ya no tienen ningún efecto (Hebreos 9:11-12). Para aquellos que están en Cristo por la virtud de la fe salvadora, la única adoración aceptable es ofrecerse totalmente al señor. Bajo el control de Dios, el cuerpo del creyente que aún no ha sido redimido, puede y debe ser rendido a él como un instrumento de justicia (Romanos 6:12-13; 8:11-13). En vista del sacrificio final de Jesús por nosotros, esto es solamente “razonable”.
Entonces cabría preguntarnos: ¿En un sentido práctico cómo sería un sacrificio vivo? San Pablo nos ayuda a entender. Somos un sacrificio vivo para Dios al no conformarnos a este mundo y Jeremías, en medio de su lucha nos da una luz, al decirnos que había un fuego en él encerrado en sus huesos, personalmente creo que en nosotros es el fuego del Espíritu Santo que se nos ha dado para, “distinguir la Voluntad de Dios” y “verdadero culto”.
El mundo se define para nosotros en 1 Juan 2:15-16 como los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Todo lo que el mundo tiene que ofrecer, se puede reducir a estas tres cosas. Los deseos de la carne incluye todo lo que apela a nuestros apetitos e incluye los deseos excesivos de comida, bebida, sexo, y cualquier otra cosa que satisfaga las necesidades físicas. Los deseos de los ojos incluye principalmente el materialismo, la codicia de lo que vemos que no tenemos y la envidia de aquellos que tienen lo que nosotros queremos. El orgullo de la vida se define por cualquier ambición por aquello que nos hace sentir agrandados y nos pone en el trono de nuestras propias vidas.
Así, pues somos ofrendas vivas, santas y agradables así como no dejándonos transformar por los criterios del mundo expuestos, sino siendo personas transformadas internamente con una nueva manera de pensar, fruto del Espíritu Santo.
En el texto del San Mateo. El Hijo de Dios vivo, hecho carne para entablar este diálogo de “llamada y respuesta”, tras tres años abriendo los ojos de sus discípulos a la verdad con mayúsculas del misterio de Dios y del misterio del hombre, en camino al Jerusalén de su pasión, se lo dejo muy claro: “Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la salvará”.
¿Te has preguntado alguna vez dónde radica nuestra dignidad humana? Definitivamente, en esta sociedad, muchas veces no es fácil mantener el respeto a la dignidad humana como premisa moral, sin reconocer esto: que Dios nos ama a cada uno personalmente, que ha soñado con cada uno de nosotros desde la eternidad, que nos ha dado la vida, y que nos ha arrojado a este mundo llamándonos, por nuestro nombre, a algo: la llamada, la vocación, no es algo ni exclusivo de unos pocos ni secundario en nuestra vida, sino que es lo que conforma nuestra dignidad: soy digno porque quien me creo me hizo digno de si.
Así, llegamos a las preguntas: ¿de que le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿y qué podría dar uno a cambio para recobrarla? que hoy Jesús nos hace también a nosotros y la frase directa al corazón, ”El que quiera salvar su vida la perderá”. Y es la invitación que nos hace el Documento de Aparecida y que nos hace el Papa Francisco: “el gran riesgo de nuestro mundo es una tristeza individualista porque brota de un corazón cómodo, avaro y de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales.
Cuando en la vida interior se clausuran los propios intereses ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya ni se escucha la voz de Dios. La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad.
Otra ley profunda, la realidad es que la vida se acomoda y madura en la medida en que se la entrega para dar vida a otros, eso nos enseña la Iglesia, eso nos enseña Jesús. El que da la vida, ese la gana.”
El sentido de dejarse seducir por el Señor, la sed que surge de nuestra alma por El y la oportunidad de transformarnos y pensar de una manera nueva en cuanto a las cosas del mundo, es lo que obtendremos al seguir al Señor, renunciando a uno mismo y tomando su Cruz.
“Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes” Ef 13, 13
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://paideiacatolica.com/2020/08/28/me-has-seducido-senor-domingo-xxii-del-tiempo-ordinario/
- https://destellodesugloria.org/blog/2020/02/mi-alma-tiene-sed-de-dios/
- https://www.gotquestions.org/Espanol/sacrificio-vivo.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/09/03/domingo-3-de-septiembre-xxii-domingo-to-a-salvar-la-vida/
- https://radiomaria.org.ar/rm-joven/viernes-11-de-agosto-de-2023-evangelio-segun-san-mateo-1624-28/
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2023
“Día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar” (Salmo 145, 2). https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/#:~:text=Septiembre%202023&text=%E2%80%9CD%C3%ADa%20tras%20d%C3%ADa%20te%20bendecir%C3%A9,(Salmo%20145%2C%202). https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.