Hola mis queridos lectores; hoy 29 de abril son ya 6 meses de la presencia de mi esposo en la Vida Eterna y cada día me convenzo más de lo frágil de la vida. Aquí mientas estamos de paso hacia la Meta prometida y de que si nos disponemos a ese llamado, la muerte sólo dura un instante, un segundo
Es ese momento en que decimos que sí y damos el salto de lo provisional a lo definitivo, de lo temporal a lo eterno. Y es que en el evangelio de San Juan 6, 44ss, el Señor nos habla claramente acerca de nuestro destino: “Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”
Me pregunto, ¿Será que no hemos entendido, su mensaje que los que mueren nacen a la Vida verdadera y empiezan a disfrutar la vida que no se acaba? Entiendo que la muerte espante a todos aquello que no tienen la certeza en su corazón de ello y entonces, los tiene atemorizados; pero yo creo es sólo un fantasma inexistente, como le he dicho durante estos seis meses, para mi, la muerte es mi hermana siamesa, con ella nací y ella me llevará a mi destino final.
Además, ella no puede arrebatarnos a las personas que amamos, pues sus recuerdos siempre nos acompañarán y vivimos en una relación más estrecha y libre con ellos.
En el evangelio de San Juan, capitulo 11, se nos habla de la resurrección de Lázaro, el hermano de Marta y María. Cuando Jesús llega, Marta le dice a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Este es el eje central de mi pensamiento sobre la muerte. ¡Yo creo esto! Yo creo en la Resurrección, yo creo en la Vida Eterna y esto llena el vacío que la separación momentánea con los que se nos adelantan, llena de esperanza nuestro corazón de creyentes.
Creo que todo lo que experimentamos en el duelo, dudas, dolor, incertidumbre, vacío… se revuelve con la esperanza que el Señor nos da, en esta Palabra, y le creo porque El es mi Padre, mi Amigo, que llora conmigo, que me consuela y me envía su luz y su paz.
Siguiendo con el relato bíblico: Jesus llega ante el sepulcro donde yace Lázaro y dice : «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
Quitemos la loza de la incredulidad, de los escrúpulos, de los apegos, de la religiosidad natural.
Con esto no quiero decir que no haya momentos difíciles, todos los tenemos. El duelo es un proceso de adaptación a la nueva realidad , entonces, no importa que como Lázaro todavía caminemos con los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.» Dios puede hacer que tengamos una mayor fortaleza espiritual, y que nuestra fe y confianza crezcan hacia Él. Pero, ¿cómo podemos realmente mirarlo de esa forma mientras estamos en esos duros momentos? No es una cuestión de lógica humana, sino de fe.
Tengo que aprender, como Marta, a dejar que el Señor elija el momento.
Tenemos que dejar que corrija esas palabras derrotadas: el «está muerto» por el «está dormido», toca trabajar en aceptar esa realidad que poco a poco se nos va mostrando después del shock, me hace falta, lo extraño… e irse adaptando a esta nueva realidad, a veces en cosas tan simples, otras complejas de las que no tengo idea de cómo hacer.
Hay que buscar cómo encontrar nuevas formas de vivir, sin caer en cargarnos demasiado para evadir., sino siendo consciente de que yo estoy todavía en este mundo y debo continuar mi vida con calidad, pues es lo que Dios quiere de mí. Vivir cada día intensamente, con otra mirada pues ya sé por experiencia propia lo efímera que es la vida.
Pero, no puedo terminar esta reflexión sin decirles que para todo esto, nada mejor que alimentarnos con la Eucaristía en donde comemos de ese pan y bebemos de ese vino que nos da la vida eterna,.
Este pan es el que nos da la vida, la fortaleza, el ánimo para seguir adelante. Es la manera en la que nos encontramos con Cristo todos los días y con el dentro de nosotros, todo es posible, todo tiene otro significado. No hay otra manera.
La Eucaristía, Acción de Gracias, nos da la esperanza en la Vida Eterna y esto es de una riqueza muy superior a todos los valores de esta vida. Quien la posee, vive más feliz que nadie. El que espera, goza como nadie de la felicidad que Dios nos da ya aquí, la cual se cambiará en una felicidad mucho mayor y que no pasará jamás.
Pensamos muy rectamente que la fe cristiana nunca nos amargará la vida; al revés, hace de nosotros los seres más dichosos que existen. Quienes tenemos fe en una vida futura, damos envidia a los muchos que van a tientas entre las sombras… y aquí es donde, los que tenemos fe debemos jugar un gran papel en el mundo que nos rodea.
Somos ricos, sin darnos cuenta de la pobreza que tenemos a nuestro alrededor. Y así como hay egoístas con el dinero, que abundan en él y no sueltan nada al pobre que a su lado se muere de hambre, así también hay muchos ricos en el espíritu, que no comunican a otros desesperados la esperanza en la que ellos abundan dichosamente y precisamente yo no quiero ser una de ellas, por eso, trato de comunicarles cada mes este mensaje de esperanza que llena mi corazón en medio del duelo.
Nuestra esperanza la esparcimos de mil maneras. Aunque nunca habrá modo alguno de comunicar optimismo y confianza como el que nos vea siempre con la sonrisa a flor de labios. El que no piensa en un más allá, porque no cree ni espera, se pregunta forzosamente al vernos sonreír en medio de nuestro duelo: -¿No estará escondido Dios debajo de esa sonrisa? ¿No será cierto que después de lo de aquí hay algo más?…
Este aire de esperanza se manifiesta también, actualmente dentro de la Iglesia de un modo especial. Por ejemplo, no se si se han percatado de como ha cambiado nuestra la manera de expresarnos cuando fallece alguno de nuestros seres queridos. Antes, el funeral era algo triste, y los recordatorios bastante sombríos. Hoy les damos un aire pascual, y decimos y escribimos, con alegría en medio del dolor: ¡Ha pasado a la Casa del Padre!… Bendito sea Dios.
Nos estamos comunicando pronto. Dios les siga bendiciendo.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.