https://youtu.be/JeeAoWt7e94
- 1 Cor 10, 14-23
- Sal 115
- Lc 6, 43-49
Cada árbol se conoce por sus frutos, nos dice la liturgia de hoy y, San Pablo escribe con una determinada intención a la comunidad de Corinto, en la que trata de que se profundice en el sentido de la fe. Toda una catequesis, volcada en el sacrificio de entrega de Jesús, la que emplea Pablo para persuadir a sus lectores.
El que tiene a Dios en su corazón no lo puede ocultar, pues se transparenta inmediatamente; y el que no lo tiene, no pude fingir que lo tiene, pues no se ve. Esto es precisamente lo que hoy nos dice Jesús en esta primera parte del texto. El problema pudiera ser, algo que nos pasa con frecuencia, el creer que nosotros somos buenos.
Pero, ¿seremos realmente buenos? Pues, una manera de saberlo es ver si verdaderamente, como dice la segunda parte del texto, cotidianamente hacemos lo que Dios nos dice; otra forma de saberlo es ver con qué material alimentamos nuestra vida interior.
La llamada de atención es a crecer y a madurar en nuestra fe en Jesucristo. Vivir en coherencia y en fidelidad a su Palabra y confiad en su providencia para que adquiramos un corazón agradecido. Así lo marca la experiencia del salmista en el clamor de su oración: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Hoy el evangelio nos presenta a Jesús dando una enseñanza al discipulado. El Maestro de Nazaret quiere dejar un poso de sabiduría en sus seguidores. Para ello, comienza con un lenguaje sencillo, apoyado en el mundo rural, la imagen del árbol la traslada a la esencia de la persona. Al discipulado de Jesús lo reconocerán por «sus frutos».
Hay una profundidad en esta imagen del “árbol”. Hay una inmensa variedad de árboles frutales. Hay una infinita variedad de árboles que producen flores. Hay otros destinados a producir buena madera y otros se limitan a dar una reconfortante sombra y limpiar el aire de la contaminación. A cada uno de ellos, le corresponde una función y el que está sano, fuerte, vigoroso, da frutos en su sazón. Sin embargo, el que está “enfermo”, raquítico, no puede dar frutos, tiene bastante con subsistir.
Sigue el Maestro de Nazaret en la cátedra. Ahora después de mostrar la imagen de un aparente “árbol” toca llevarla al plano personal. Así somos los discípulos. El que es capaz de escuchar la Palabra de Dios, rumiarla, degustarla como si fuese un tesoro y la lleva al corazón, la contempla, la hace vida. Hace de esa Palabra la «sabia» que nutre todo su ser, por tanto, el mensaje de Jesús ha entrado en lo más íntimo de su corazón y brota hacia afuera con frutos que hablan del mandato del amor con sabor al Reino. Esos frutos realmente son sanos no perecen.
Jesús afirma que: quien «venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica» es prudente, «semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca», de modo que obtiene una construcción sólida y firme, capaz de afrontar los golpes del mal tiempo. Si, por el contrario, quien edifica no tiene esa prudencia, acabará por encontrarse ante un montón de piedras derruidas, y si él mismo estaba en el interior en el momento del choque de la lluvia fluvial, podrá perder no solamente la casa, sino además su propia vida.
Y precisamente de la «tentación de mucha gente buena» a ser cristiano «sólo de apariencia», llevando encima «el maquillaje» que se cae con la primera lluvia, alertó el Papa Francisco… Y volvió a proponer el testimonio de muchos «cristianos con fundamento», que construyen su vida sobre la «roca de Jesús» y viven la «santidad oculta», día tras día.
En cambio, destacó el Papa, «existen cristianos de apariencia solamente: personas que se maquillan de cristianos y en el momento de la prueba tienen solamente el maquillaje». Y «sabemos qué sucede a una mujer maquillada cuando va por la calle y comienza a llover y no tiene paraguas: todo se cae, las apariencias caen por los suelos». La del maquillaje, por lo demás, «es una tentación» reconoció el Papa Francisco. Por ello no es suficiente decir «soy cristiano, Señor,» para serlo verdaderamente. Es Jesús mismo quien dice que no basta repetir «¡Señor! ¡Señor!» para entrar en su reino. Se necesita cumplir «la voluntad del Padre» y poner «en práctica la Palabra». He aquí, por lo tanto, la diferencia entre «el cristiano coherente» y el cristiano sólo «de apariencia»…
Por eso la importancia de «estar fundado sobre la roca». Por lo demás, «hemos visto a muchos cristianos de apariencias que caen ante la primera tentación, o sea, ante la lluvia». En efecto, «cuando los ríos se desbordan, cuando los vientos soplan —las tentaciones y las pruebas de la vida— un cristiano de apariencia cae, porque allí no hay fundamento, no hay roca, no está Cristo». Por otro lado, en cambio, están los «numerosos santos que tenemos en el pueblo de Dios —no necesariamente canonizados, pero santos— muchos hombres y mujeres que realizan su vida en Cristo, que ponen en práctica los mandamientos, ponen en práctica el amor de Jesús. ¡Muchos!».
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=10-09-2022
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.catequesisenfamilia.es/catequesis-familiar/la-biblia/4156-evangelio-del-dia-edificar-sobre-roca.html
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2022
“Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible” (1 Corintios 9, 19) https://ciudadnueva.com.ar/setiembre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.