https://youtu.be/mz-_vyJ_KfI
- Ez 28, 1-10
- Sal, Deut 32
- Mt 19, 23.30
La liturgia de este día responde a uno de los grandes enigmas de la humanidad de todos los tiempos: ¿Quién se salvara?
Comencemos por reflexionar en como al meditar la Palabra de Dios a través del profeta Ezequiel y del Evangelio de Mateo, descubrimos en ella un mensaje de alerta sobre esta tendencia tan humana de creernos tan sabios como Dios y querer ser lo que no somos, hombres y no Dios. Y seducidos por los mensajes que se van colando en nuestra mente que nos dicen que el éxito social y el bienestar económico son la meta fundamental de la vida, por lo que hay que luchar, a cualquier precio y por encima de cualquier otro valor, con el falso planteamiento de que en realidad todo nos pertenece y a todo tenemos derecho; que la vida es subir, escalar puestos, alcanzar la cima mientras construimos la torre de Babel, mientras la tierra se desangra, la pobreza y la injusticia aumentan y cada vez hay más gente descartada.
La humildad y la renuncia voluntaria es el mejor don que podemos cultivar. María Santísima es grande porque ella misma se considera “sierva”. Para ella, el ser la “Madre del Mesías” no es un privilegio sino un compromiso que la lleva a dejar su casa de Nazaret para llevar esta noticia a su prima IsabeL, como reflexionábamos ayer.
Y es que la cuestión es la siguiente: El Evangelio nos abre siempre un camino de sentido y de felicidad humana cuya clave fundamental es el amor, la primacía del otro. Estamos hechos para el encuentro. Un encuentro que está llamado a vivirse desde la acogida y el reconocimiento del otro como es, la complementariedad, la diversidad, la donación mutua, el favorecer la vida de todos, la búsqueda del bien común. Quizás la palabra que hoy mejor recoge este sentido de la vida en la perspectiva del encuentro, es la llamada a la fraternidad, que es el mejor signo del Reino
“Para los hombres es imposible, más para Dios todo es posible.” La verdad es que la conversión de los seres humanos es imposible en el ámbito humano. Nosotros no podemos salvarnos a nosotros mismos o justificarnos ante Dios. Pero nada es imposible para Dios. Él tiene todo el poder en el universo, y en su gran amor Él proveyó el sacrificio supremo para hacer posible nuestra salvación.
La salvación y la conversión son milagros de Dios, con quien todas las cosas son posibles y Deuteronomios, del que se tomó el testo del Salmo, nos dice que “el Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos”. El es el único que nos dará la Salvación, confiemos en El y dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos guién en el caminos hacia esta, nuestra meta.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- PildorasdeFe.com
- https://vidaesperanzayverdad.org/biblia/versiculos-para-meditar/para-dios-todo-es-posible-1/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
“Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18, 21) https://ciudadnueva.com.ar/agosto-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.