https://youtu.be/lf1sX2vKiOQ
- Ex 14, 15-15, 1
- Ex 15
- Rom 6, 3-11
- Lc 24, 1-12
Hoy es un día de ayuno festivo, se ayuna ante la espera de la vuelta del Señor, por lo que no hay liturgia. Pero, con María, la única que ha permanecido firme en la fe y en la esperanza después de la trágica muerte de su Hijo, nos preparamos, en el silencio y en la oración, para celebrar la fiesta de nuestra liberación en Cristo, que es el cumplimiento del Evangelio.
La coincidencia temporal de los acontecimientos entre la muerte y la resurrección del Señor y la fiesta judía anual de la Pascua, memorial de la liberación de la esclavitud de Egipto, permite comprender el sentido liberador de la cruz de Jesús, nuevo cordero pascual cuya sangre nos preserva de la muerte.
Otra coincidencia en el tiempo, menos señalada pero sin embargo muy rica en significado, es la que hay con la fiesta judía semanal del “Sabbat”. Ésta empieza el viernes por la tarde, cuando la madre de familia enciende las luces en cada casa judía, terminando el sábado por la tarde. Esto recuerda que después del trabajo de la creación, después de haber hecho el mundo de la nada, Dios descansó el séptimo día. Él ha querido que también el hombre descanse el séptimo día, en acción de gracias por la belleza de la obra del Creador, y como señal de la alianza de amor entre Dios e Israel, siendo Dios invocado en la liturgia judía del Sabbat como el esposo de Israel. El Sabbat es el día en que se invita a cada uno a acoger la paz de Dios, su “Shalom”.
De este modo, después del doloroso trabajo de la cruz, «retoque en que el hombre es forjado de nuevo» según la expresión de Catalina de Siena, Jesús entra en su descanso en el mismo momento en que se encienden las primeras luces del Sabbat: “Todo se ha cumplido” (Jn 19,3). Ahora se ha terminado la obra de la nueva creación: el hombre prisionero antaño de la nada del pecado se convierte en una nueva criatura en Cristo. Una nueva alianza entre Dios y la humanidad, que nada podrá jamás romper, acaba de ser sellada, ya que en adelante toda infidelidad puede ser lavada en la sangre y en el agua que brotan de la cruz.
Vamos a reflexionar como nos presenta el audio, acerca de la Tercera Lectura de la Vigilia Pascual.
La lectura del texto del Exodo, marca el momento central de la liberación de Egipto. Es la epopeya más admirable de Dios con el pueblo de las figuras. Pasaje que nos invita a reflexionar en esos momentos en que todos hemos pasado por momentos difíciles y en los que quizá nos hemos visto tentados a no creer en Dios, pues a sentir como el Señor nos anima mostrándonos lo que El es capaz de hacer. Y con el Salmista, alabar al Señor pues El es nuestra fortaleza, nuestra salvación, sublime es su victoria.
En el texto de la Carta a los Romanos, San Pablo nos indica que este puede ser un día “para librarse del pecado”. Entre el viernes de la muerte y el domingo de la Resurrección, está el día que permite que la muerte misma sea elevada a una nueva vida. El contexto es la sección dedicada por Pablo a la salvación y la vida. Hoy somos invitados a contemplar cómo en Cristo, y sólo en él, se encuentra la verdadera vida.
Nos explica San Pablo: “¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte?” Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva….
“Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él… Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.” Pablo introduce aquí un nuevo lenguaje, para las mismas ideas: sepultados con Cristo, muertos al mundo, lo que fuimos, pecadores, ha sido crucificado… somos ya otra cosa, una criatura nueva, resucitada.
El Bautismo es el sacramento de todo eso. Y la última frase, como resumen de lo que celebramos: “Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.” Se nos muestra que esto no es sólo una celebración de algo que sucedió, sino de algo que sucede, porque esa es nuestra vida, caminar por la vida, cada día, así; resucitar cada día a la vida nueva de Jesús.
Esta es una invita a pensar acerca de ¿qué hay en mi vida que me gustaría ver “elevada”? Tal vez la intolerancia hacia otros, el aburrimiento con la oración, la indiferencia ante los pobres? Pide sinceramente en la oración, por aquello que realmente deseas que sea elevado.
Jesús resucitado es el Viviente por excelencia, libre de muerte y de pecado. Nosotros, por el bautismo, nos unimos a Él, queremos vivir una vida libre de pecado, una vida nueva. Y ésta es verdadera vida, libre de oscuridad, más fuerte y más definitiva.
Hoy Sábado Santo la Iglesia permanece junto al Sepulcro de su Señor, meditando su Pasión, su Muerte, su Descenso a los infiernos y esperando, en la oración y el ayuno, su Resurrección.
Ante el desconcierto y la oscuridad de la muerte, se hace necesario «recordar» o mejor dicho que se nos recuerde la promesa del Señor. Así ocurrirá siempre en cada circunstancia: cuando parece que la muerte gana, recordaremos sus palabras y anunciaremos como aquellas primeras discípulas: ¡Jesús está vivo! Mirando y acogiendo el mensaje de esperanza del Evangelio ¿Creo en la Resurrección del Señor? ¿De qué manera trato de comunicar lo sucedido? Es decir, ¿estoy dispuesto a hacer un camino de conversión (como el de las mujeres), acogiendo la Resurrección en mi vida?
Como las mujeres del Evangelio, también nosotros buscamos a Jesús. Y muchas veces se hace difícil verlo. En ese momento, ellas tuvieron que creer en las palabras del ángel. Nosotros hoy, que tampoco vemos a Jesús con los ojos del cuerpo, creemos por las palabras del Evangelio y el testimonio de la Iglesia. Sabemos que no lo encontraremos entre los muertos, sino donde hay vida. Esta es la buena noticia y es también el compromiso que hoy renovamos: verlo en cada señal de su presencia.
Nos explica el Papa Francisco: “Jesús es un especialista en convertir nuestras muertes en vida, nuestro luto en danza (cf. Sal 30,11). Con él, también nosotros podemos vivir una Pascua, es decir, una Pascua: del egocentrismo a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza. No mantengamos el rostro inclinado hacia el suelo por el miedo, sino que levantemos los ojos hacia Jesús resucitado. Su mirada nos llena de esperanza, porque nos dice que somos amados indefectiblemente, y que por mucho que nos compliquemos, su amor permanece inalterable. Esta es la única certeza innegociable que tenemos en la vida: su amor no cambia.”
Bibliografía.
- Folleto La Misa de Cada Dia.
- PildorasdeFe.com
- https://www.espaciosagrado.com/node/185973
- https://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/2108-romanos-6-3%E2%80%9111.html
- https://boosco.org/www/2019/04/19/lucas-24-1-12-por-que-buscan-entre-los-muertos/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/gerardo-sanchez-mielgo/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.