Hola mis queridos lectores, estando a solo siete noches de la más importante noche de nuestro caminar de Adviento. Esa noche el cielo y la tierra estallan en júbilo ante el nacimiento de ese niño pequeño y perfecto que aceptó hacerse hombre y venir al mundo a rescatarnos.
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado. Mt 1, 24.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret y se dirigió a Belén, para inscribirse al censo con María, su esposa, que estaba embarazada. Mt 1,18-19
A san José se le revelaron los designios de Dios a través de sueños. En la Biblia (específicamente en los libros Génesis, Números, Samuel, Daniel y Job) vemos que en los pueblos antiguos, los sueños eran uno de los medios por los que Dios manifestaba su voluntad.
En el primer sueño, después de enterarse que María estaba embarazada, el Ángel del Señor le reveló por parte de Dios que el hijo fue engendrado por el Espíritu Santo, y le ordenó que le diera el nombre Jesús. Vemos que la respuesta inmediata de José fue obedecer a esto, “Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado.”
Entonces meditemos: ¿Cuántas veces hemos escuchado mensajes de Dios a través de servidores suyos? Quizás a través de un sacerdote, de un alma consagrada, de un amigo de la Iglesia, o de alguien de mi familia. Tenemos que ser conscientes de que Dios se vale de sus hijos para transmitirnos Su Palabra.
Continuemos, cuando ya iba a ser momento del nacimiento de Jesús, tuvieron que emprender un viaje de Nazaret a Belén, para inscribirse en el censo tal y como lo había decretado el emperador Augusto (cf. Lc 2, 1-7). Nuevamente, esto nos habla de la obediencia de José, no solamente hacia Dios, sino también hacia los mandatos del gobierno de ese tiempo, de acuerdo a su estado de vida.
Podemos imaginarnos que esta fue una decisión difícil, viajar con María pudiendo dar a luz en cualquier momento y sin un lugar asegurado en donde dormir. Debemos considerar que ir de Nazaret a Belén caminando no era cualquier cosa, son 145 kilómetros, lo que implica aproximadamente 5-7 días de viaje. Esto nos demuestra, no solamente la obediencia que san José tuvo, sino, la gran confianza y fe en la Divina Providencia, sabiendo que no les abandonaría en sus necesidades.
Nuevamente reflexionemos: ¿Te ha pasado que por miedo o flojera no quieres atender las obligaciones acordes a tu estado de vida?
Sigamos, en un segundo sueño, después del nacimiento de Jesús, el Ángel del Señor le reveló que debían huir a Egipto, sin un tiempo determinado. San José, como padre de esta Sagrada Familia, toma a María y a su hijo Jesús y se dirigen hasta Egipto; sin dudar o cuestionar sobre todas las dificultades que esto implicaba (donde vivir, en que trabajar, etc), san José obedece y hace todo lo posible para salvar la vida de Jesús. En Egipto espera con confianza y paciencia el aviso que el Ángel del Señor le había prometido para regresar a Israel.
Y en un tercer sueño el mensajero divino, después de haberle informado que los que intentaban matar al niño habían muerto, le ordenó que se levantara, que tomase consigo al niño y a su madre y que volviera a la tierra de Israel (cf. Mt 2,19-20), él una vez más obedeció sin vacilar: «Se levantó, tomó al niño y a su madre y entró en la tierra de Israel» (Mt 2,21).
Pero durante el viaje de regreso, «al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, avisado en sueños —y es la cuarta vez que sucedió—, se retiró a la región de Galilea y se fue a vivir a un pueblo llamado Nazaret» (Mt 2,22-23).
El Catecismo de la Iglesia Católica nos habla de la obediencia de la fe y nos dice que “Obedecer en la fe es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma” (CEC 144).
José, en su papel de cabeza de familia, enseñó a Jesús a ser sumiso a sus padres, según el mandamiento de Dios (cf. Ex 20,12).
En la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del Padre. Dicha voluntad se transformó en su alimento diario (cf. Jn 4,34). Incluso en el momento más difícil de su vida, que fue en Getsemaní, prefirió hacer la voluntad del Padre y no la suya propia y se hizo «obediente hasta la muerte […] de cruz» (Flp 2,8). Por ello, el autor de la Carta a los Hebreos concluye que Jesús «aprendió sufriendo a obedecer» (5,8).
Todos estos acontecimientos muestran que José «ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente “ministro de la salvación”»
Pidámosle a san José que interceda, para que nos de la fortaleza de obedecer en todo lo que Dios, en nuestra libertad, nos pide.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.