?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/k8KbFW_kswI
- Es 1, 1-6
- Sal 125
- Lc 8, 16-28
Uno de los errores en los que se ha caído a lo largo de la historia es el pensar que Dios únicamente habla al “pueblo escogido”, sean los judíos, o en nuestro caso, a los cristianos.
Pues en este texto de la primera lectura, como nos comenta la Hna. Carmen Román Martínez O.P., muchos de los judíos deportado en Babilonia se habían adaptado a vivir en tierra extranjera e incluso se habían enriquecido, es por ello, por lo que no todos quisieron regresar, ni hubo una imposición por parte del rey a la salida. El motivo principal del regreso a la patria no será otro que reedificar el templo de Yahvé en Jerusalén.
Con el fin de invitar a emprender el regreso el rey Ciro, hace un llamamiento a todos los que conviven con los judíos para que les ayuden con plata, oro, utensilios y ganados, cosas necesarias tanto para el largo viaje cuanto para poder rehacer su vida en Judá. Dios por mediación de Ciro no se olvida de su pueblo y lo provee, como lo ha hecho siempre, de aquello que necesitan para la vida, no solo el alimento sino también su presencia y su compañía.
Los vecinos, es decir, aquellos con los que el pueblo de Israel ha convivido, judíos o no, se muestran generosos, y se prestan a compartir unos bienes que no esperan ser devueltos. Finalmente, algunos grupos de judíos escuchan la voz de Dios que les apremia y anima a subir a Jerusalén y reconstruir el templo del Señor. Volver después de años de exilio no es fácil, hay que reconstruirse para construir una vida nueva en la que él Señor es su auxilio y su guía.
Por otro lado el evangelio nos dice que “Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama”. Dios tampoco hace esto. Ha encendido el candil que somos cada uno de nosotros con la luz de la vida recibida en nuestro bautismo: la gracia santificante, las virtudes teologales de la fe la esperanza y la caridad. Ahora nos toca a nosotros que esa luz “alumbre a los que entren”, a todos los hombres.
La fe arroja una luz sobre cada uno de nosotros y sobre nuestra vida. Una luz que nos permite descubrir quién soy: un hijo de Dios, alguien a quien Dios ama con ternura y misericordia. Una luz que nos ayuda a recorrer el camino de la verdad sobre mi bien, aquella vida que me conduce a la Vida. Y el Señor ha puesto esto en nuestro corazón para que cuantos tenemos cerca – “a los que entran” – puedan participar de esa luz. Por ello no podemos callar ante el mundo sobre esta verdad que se nos ha dado. En este sentido, el Evangelio de hoy es una fuerte llamada a dejarnos encender y guiar por la fe y, al mismo tiempo, iluminar a cuantos tenemos cerca. Es algo realmente urgente, porque hoy Dios, para mucha gente, no significa nada. Lo sabemos y hemos experimentado, porque, si eres reconocido como cristiano, notas con qué extrañeza te miran en, cada día más ambientes.
Es, por esto, un buen momento para preguntarnos si nuestra vida está organizada, en lo grande y lo pequeño, en lo de todos los días, desde la fe o desde otros criterios como el gusto personal, lo que en cada momento me puede apetecer, en los requerimientos del mundo…
Otro tanto podríamos considerar respecto a las virtudes de la esperanza y la caridad. La fe, como nos recuerda San Pablo, opera por la caridad, se hace operativa por la caridad Gal 5, 6. San Juan Pablo II nos urgía a vivir la caridad como esa luz que avala el anuncio que hacemos de Cristo: “estáis llamados a ser testigos creíbles del Evangelio de Cristo, que hace nuevas todas las cosas. Pero ¿por qué se reconocerá que sois verdaderos discípulos de Cristo? Porque ‘os amáis los unos a los otros’ – cf. Jn 13,35 – siguiendo el ejemplo de su amor: un amor gratuito, infinitamente paciente, que no se niega a nadie – cf. 1 Cor 13, 46 -. Será vuestra fidelidad al mandamiento nuevo la que certificará vuestra coherencia respecto al anuncio que proclamáis. Esta es la gran novedad que puede asombrar al mundo. (…) Entre vosotros estáis llamados a vivir la fraternidad no como utopía, sino como posibilidad real.”
Preguntémonos cada uno si la esperanza es fundamento de nuestra alegría, de nuestro sentido positivo de la vida, de poder ver a Dios detrás de cada acontecimiento. “Se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (Benedicto XVI, Enc. Spes salvi, 1). Esto es posible porque la esperanza nos da una nueva perspectiva de todas las cosas. Sólo en la medida en que vivamos de ella podremos dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos lo pida (cf. 1 Pe 3,15).
Hoy que celebramos a Los Santos Andrés Kim, Pablo Chong y los 103 mártires que murieron en las persecuciones del siglo XIX. Recordemos que gracias a su testimonio de ser luz, el cristianismo llegó y se expandió en Corea, gracias a la labor de evangelización de estos laicos coreanos y pidamos al Señor que nos conceda la fuerza de su ayuda y el estimulo de su ejemplo, para como ellos ser ejemplo para muchos que aún no creen.
Miremos a María, ninguna otra criatura ha sido ese candil que ilumina con la luz de Cristo a toda la humanidad. A cada hombre.
Por esto con el Salmista digamos: Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor
- Palabra de Vida Mes de Setiembre 2021
“El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos” (Marcos 9, 35) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.