?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/XvthBUfpeNk
- 1 Tim 2, 1-8
- Sal 27
- Lc 7, 1- 10
Uno de los grandes problemas de la vida cristiana es la separación entre la fe y la vida. Sin embargo, san Pablo nos recuerda que la fe debe estar en toda nuestra vida, y ésta incluye nuestra injerencia en la vida política y nuestra relación con las autoridades.
Y es que dado que los Jefes de Estado son los responsables de la vida del pueblo, y que en nuestro caso, han sido elegidos por voluntad del pueblo, es nuestra obligación como cristianos el orar intensamente por ellos para que Dios ilumine su corazón y haya una profunda conversión en todos y cada uno de los responsables de dirigir el país.
El texto de la primera lectura, nos comenta la Hna. Mariela Martínez Higueras O.P., pertenece al cuerpo de la primera carta a Timoteo en el que se dan una serie de instrucciones y recomendaciones sobre la vida de comunidad (2,1-3,6), aquí en concreto sobre la oración de la asamblea litúrgica (2,1-15). El autor, recomienda en primer lugar una oración por todos los seres humanos, haciendo mención especial de los gobernantes por su responsabilidad en la promoción del bien común. En el fondo, esta oración universal es expresión de la común-unión con toda la humanidad, de saberse “uno con todos” en este viaje que llamamos existencia humana.
Junto a ello encontramos una profunda afirmación: el deseo de Dios de que todos los seres humanos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. La voluntad de Dios, desde el inicio de la revelación, ha sido un proyecto salvífico para toda la humanidad sin exclusión de nadie. Nuestro Dios Padre-Madre, que nos ama con un amor infinito, solo quiere que sus hijos sean felices, que lleguen a ser en plenitud lo que están llamados a ser, hijos de Dios y hermanos unos de otros. Como dice el Papa Francisco: Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos… y en otro momento afirma que “como los gobernantes son responsables de la vida de un país, es esperanzador pensar que si el pueblo reza por ellos, los gobernantes a su vez podrán rezar por su pueblo, como este centurión que rezaba por su siervo”.
Antes de cualquier decisión en la vida, todo ser humano es por naturaleza susceptible de ser seducido por la verdad que habita en nuestro mundo. Así, el centurión del que nos habla el texto del evangelio, vio en Cristo a alguien que ponía en evidencia los corazones de todos, sacaba a la superficie los kilos de bondad y suciedad de los que somos capaces, era un revelador de la naturaleza humana. Veía en Él un hombre que, además de hacer milagros asombrosos, era digno de confianza. Es muy hermoso el tono que usa, el de dos personas que conocen bien su oficio: dirigirse a alguien para que su decisión sea cumplida. Con ello desvela en Cristo una evidente autoridad, una autoridad que no es de este mundo.
Aquel centurión, afirma el Fr. John A. SISTARE, poseía la virtud de la fe al creer que Jesús podría hacer el milagro —si así lo quería— con sólo su divina voluntad. La fe le hacía creer que, prescindiendo de allá donde Jesús pudiera hallarse, Él podría sanar al criado enfermo. Aquel centurión estaba muy convencido de que ninguna distancia podría impedir o detener a Jesucristo, si quería llevar a buen término su trabajo de salvación.
Nosotros también estamos llamados a tener la misma fe en nuestras vidas. Hay ocasiones en que podemos ser tentados a creer que Jesús está lejos y que no escucha nuestros ruegos. Sin embargo, la fe ilumina nuestras mentes y nuestros corazones haciéndonos creer que Jesús está siempre cerca para ayudarnos.
El evangelista no deja de anotar que el Señor se queda conmovido y asombrado por una fe tan rotunda. Hasta los últimos días de nuestra vida permanecerán esas palabras que pronunciamos antes de recibir a Cristo en la eucaristía. Deberíamos rezar más a menudo con ellas, “no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente.”, para que se injerten dentro de nosotros no como palabras mágicas, sino como testimonio de una fe que conmueve al mismo Dios.
Pues, recordemos que como continua el reverendo, la presencia sanadora de Jesús en la Eucaristía ha de ser nuestro recordatorio permanente de que Jesús está siempre cerca de nosotros. San Agustín, con ojos de fe, creía en esa realidad: «Lo que vemos es el pan y el cáliz; eso es lo que tus ojos te señalan. Pero lo que tu fe te obliga a aceptar es que el pan es el Cuerpo de Jesucristo y que en el cáliz se encuentra la Sangre de Jesucristo.
Cuando yo pronuncio esas palabras del centurión cada domingo, antes de recibir la Eucaristia, ¿me creo que la Palabra de Jesús es para mí generadora de vida, de salud, de salvación?
Hoy celebramos la figura de San Juan Crisóstomo, uno de los grandes Padres orientales. La elocuencia de su predicación era tal, que recibió el sobrenombre de Boca de Oro, eso significa Crisóstomo. Su figura hoy nos interpela como predicadores y predicadoras.
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2021
“El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos” (Marcos 9, 35) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.