Hola mis queridos lectores. Hoy quisiera meditar con ustedes el texto del evangelio de Mt 25, 1-13 que comúnmente llamamos el del las Virgenes prudentes y las imprudentes.
Pues como Dios es lindísimo conmigo, me encontré este artículo que me dejó cautivada, pues es como nosotros decimos, totalmente aterrizado, por lo que voy a basarme en el y haré algunos aportes adicionales.
Inicio diciéndoles que es por todos sabido que ser cristiano en este mundo de hoy tan “carrereado”, es muy difícil.
Ubiquémonos en una mañana normal en la vida de muchas persona, desde que suena el despertador y comienza la maratón, hay tantas cosas que hacer, tantos compromisos que cumplir que la vida se nos va complicando y por eso cada día hemos perdido la capacidad de estar alerta a lo que realmente es importante.
No sé si se han percatado, pero salir cada día de casa es una pequeña odisea. Sin contar con que hay que dejar cosas de la casa hechas o instrucciones claras para que nuestra colaboradora las haga. Y que decir de las mamás que deben estar prestas a que los chicos lleven todo a la guardería, escuela, colegio… Además no puedes olvidarte mínimo de las llaves, tienes que volver. La cartera por si necesitas algo de dinero o las tarjetas de crédito y los documentos de identificación. Las llaves del coche. El teléfono móvil. El cargador del móvil por si te hiciera falta… Antes de salir de casa tienes que palpar mil veces los bolsillos, en nuestro caso revisar el bolso y tener claro dónde vas para llevar todo lo que te haga falta.
Pues bien, nos dice el texto que “El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.” Cada una de las vírgenes sabían para qué salían de casa, pero se ve que cinco rebuscaron bien en sus bolsillos (o en su bolso) y otras cinco salieron corriendo, sin pensar que podrían tener un contratiempo. ¿Acaso, no te identificas?
Permíteme una pregunta: Tu, cuando “sales de casa” ¿a dónde vas? Explicaré la pregunta. Cada mañana, cuando abres los ojos y sales de la casa del sueño ¿Tienes claro para qué es ese día? Tal vez tardemos unos minutos en ser conscientes de nuestro entorno, o salgamos corriendo pues llegamos tarde al trabajo, o nos sobresalta el niño que llora o que se ha levantado a ver la tele. Cada cuál tiene sus circunstancias.
Pero hoy te invito a que cada día al despertar lo hagamos con la idea de esperar al Señor que viene. Y es que se nos olvida con facilidad que la vida presente es sólo transitoria, y que la definitiva, empezará el día en que el Señor nos llame a participar del banquete celeste.
Por ello, este texto nos invita a considerar que un día el Señor vendrá (día que se identifica esencialmente con nuestra muerte), y en ese momento ya no podremos hacer nada. Ya no nos valdrá tocar a la puerta, pues si no estamos listos la encontraremos cerrada. Jesús termina el pasaje diciendo: “estén preparados, pues no saben ni el día ni la hora”. Si hoy fuera el último día de tu vida en la tierra, ¿estás preparado?
Por eso es indispensable que al despertarnos, nuestro primer acto sea ofrecer el día a Dios y así, comenzamos a rellenar la alcuza de aceite con nuestra oración, con la caridad vivida con los de cerca, con una sonrisa en vez de un gruñido. Y cuando vamos a la tienda continuamos con nuestros ratos de oración, la Santa Misa, desgranando las cuentas de Rosario, y haciendo bien nuestro trabajo… Y así vamos llenando la alcuza, cumpliendo la voluntad de Dios, nuestra santificación. Es cierto que tendremos momentos de sueño, de despiste, pero la gracia de Dios sigue estando ahí, esperando.
Y llegará el día en que oigamos una voz: “Que llega el esposo, salid a recibirlo” Y tendremos nuestras lámparas llenas iluminadas por nuestras buenas obras.
Es por eso trascendental querido lector que no te levantes por la mañana sólo por ganar un sueldo, o por que toca o con la desgana de quien repite una y otra vez el día de la marmota. Ese aceite arde mal y se acaba rápido. Levántate para el Señor, dile: “Jesucristo, vamos a afrontar este nuevo día juntos” y a vivir para Vivir.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.