Hoy queridos amigos lectores quiero meditar con ustedes, basándome en el texto del evangelio de la llamada Parábola de los invitados al banquete (Mt 22, 1-14). Uno de los comentarios que me encontré dice que este texto indica mucho de quién es Jesús y de como nos comportamos. Él nos invita a todos al banquete de bodas, símbolo de la eternidad, pero sabemos, como ocurre en el texto que aceptar este regalo no lo aceptamos todos. Son muchos los incluso niegan que exista la boda… No sé si rechazar una invitación a una fiesta es muy razonable, en principio no lo parece, sin embargo a cada paso de nuestra vida cristiana, nuestras malas decisiones, nos pueden llevar a rechazar la invitación de Dios por diferentes motivos. Racionalmente sabemos que aquello a lo que Dios nos invita es lo que nos hará más felices, más verdaderamente quien somos, pero…. a la hora de las verdad, elegimos intrépidos caminos que nos llevan lejos del amor de Dios, lejos de la misma felicidad.
Ayer que hablábamos un poco de Gedeón, veíamos como él, al ser llamado por Dios, le pone miles de excusas y hasta le reclama. Y este es, queridos amigos, nuestra realidad de vida espiritual. Por un lado vivimos reclamándole a Dios cuando las cosas se ponen difíciles y cuando nos invita al Banquete, le ponemos excusas y si nos presentamos, lo hacemos como aquel que iba vestido inapropiadamente, que no es ni más ni menos ir ante el Señor sin revestirnos con su gracia.
Todo esto me llevó a reflexionar porque somos así, ¿será que la “flojera” es intrínseca al ser humano? ¿Será que existe la procrastinación espiritual? Y entonces, me dí a la tarea de buscar información que les quiero compartir a continuación.
La procrastinación (del latín: pro, adelante, ycrastinus, referente al futuro), postergación oposposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad
La procrastinación no solo afecta a nuestra eficiencia y productividad, sino que también puede ser corrosiva para nuestra salud espiritual porque contrasta con importantes virtudes internas y atributos espirituales. La procrastinación es lo contrario a la determinación, la persistencia y la búsqueda de la excelencia, todas ellas características humanas cruciales e inherentemente espirituales.
A algunas personas les gusta decir que son “procrastinadores de nacimiento”. Pero, según la Biblia, eso es inaceptable. El postergar las responsabilidades es una forma de esclavitud, y Dios no nos creó para estar esclavizados.
La procrastinación tiene dos causas reales. La primera es la “evasión de la incomodidad”. Muchas personas posponen el ponerse en acción por angustia o incomodidad, como en el pasaje de hoy. La segunda causa para procrastinar es la inseguridad. Si nos consideramos incompetentes para realizar una tarea, podemos decidir no comenzarla.
En nuestra vida espiritual, a veces posponemos la lectura de la Biblia porque Dios saca a la luz asuntos que necesitamos encarar. Problemas como el orgullo o la culpa pueden ser incómodos de enfrentar, pero esquivarlos bloquea los planes de Dios para nuestra vida.
Queda claro, siguiendo con el texto del evangelio que Jesús invita al banquete de su amistad a todos, al banquete de su luz, al banquete de sus indicaciones, al banquete de sus promesas, al banquete de una vida de total felicidad después de nuestra muerte y resurrección.
Y aunque a veces podemos eludir, evitar o aplazar nuestros plazos de entrega en la vida personal y/o el trabajo, no podemos escapar del plazo que determina el destino final de nuestra alma.
Jesús, también a todas las personas del siglo XXI, nos invita al banquete de su buena noticia, al banquete de las relaciones amorosas con nuestro Dios y con nuestros hermanos, al banquete de su cuerpo y de su sangre, al banquete de su felicidad… También en nosotros queda la libertad de aceptarle, procrastirnar a su invitación y perdernos del Banquete Celestial. No seamos insensatos y aceptemos de lleno a Jesús, nuestro amor primero, el tesoro de nuestra vida.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.