Hola mis queridos lectores, hoy voy a reflexionar con ustedes sobre una de las actitudes que aunque sabemos es la que más trae a nuestro corazón, también conllevan mucho trabajo a nuestra vida, el perdón.
Cuando alguien te hace daño es como si te mordiera una serpiente, nos explica el psicoterapeuta José Antonio García Higuera. Las hay que tienen la boca grande y hacen heridas inmensas. Una vez que te ha dejado de morder, curar una mordedura así puede ser largo y difícil; pero cualquier herida se cierra finalmente. Pero el problema es mucho peor si la serpiente es venenosa y, que aunque se ha ido, te deja un veneno dentro que impide que la herida se cierre. Los venenos más comunes son el de la venganza, el del ojo por ojo y el de buscar justicia y reparación por encima de todo. El veneno puede estar actuando durante muchos años y, por eso, la herida no se cierra, el dolor no cesa durante todo ese tiempo y tu vida pierde alegría, fuerza y energía.
Cada vez que piensas en la venganza, o la injusticia que te han hecho, la herida se abre y duele, porque recuerdas el daño que te han hecho y el recuerdo del sufrimiento te lleva a sentirlo de nuevo.
Sacar el veneno de tu cuerpo implica dejar de querer vengarse, en resumen, dejar de hacer conductas destructivas hacia quien te mordió. Como te decía, solamente pensando en la venganza el veneno se pone en marcha. Por eso, si quieres que la herida se cure, has de dejar los pensamientos voluntarios de venganza hacia quien te hizo daño.
Indudablemente tendrás que procurar que la serpiente no te vuelva a morder; pero para eso no tendrás que matarla, basta con evitarla o aprender a defenderte de ella o asegurarte de que lo que ha ocurrido ha sido una acción excepcional que no se volverá a repetir.
El proceso de perdón no implica el abandono de la búsqueda de la justicia ni de dejar de defender tus derechos, solamente se trata de no buscar en ello un desahogo emocional, que implique que la búsqueda de la justicia se convierta en el centro de tus acciones y que dificulte tu avance en otros de tus intereses, objetivos y valores.
Es una forma de presentar que el perdón es terapéutico, resaltando los procesos psicológicos que subyacen y los beneficios personales que tiene ejercerlo. De esta forma, se ven los efectos que tiene perdonar, dejando a un lado las connotaciones religiosas sociales, etc. que tiene la palabra perdón y que pueden hacer difícil entender que puede ser un proceso terapéutico.
Perdonar “setenta veces siete”, como nos indica el texto de Mt 18, 21, equivale a decir, con una gráfica redundancia, recordemos que en la biblia en número 7 significa totalidad, plenitud; entonces decir qué hay que perdonar 70 veces siete equivaldría a decir que hay que perdonar “todo todísimo”, “siempre y todas las veces”. El Señor lo deja muy claro: el perdón debe ser siempre absoluto y total. Un cristiano debe perdonar siempre.
«Un rey quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos”, continua el texto de Mt 19. De nuevo, así de primeras este número no nos dice mucho… ¿Qué son diez mil talentos? ¿A qué equivaldría hoy en día? El talento no era para los contemporáneos de Jesús un sinónimo de “capacidad” o “aptitud”. El talento, en su origen griego y romano, era una unidad de medida del oro y la plata. Diez mil talentos equivalían, según la medida de la época, a más de 200 toneladas de oro. Al cambio actual, ¡más de 9 mil millones de euros! Es una cantidad totalmente exorbitada. Es decir, aquel siervo le debía a su señor una deuda absolutamente impagable desde cualquier punto de vista. Pues ese siervo somos nosotros, tú y yo, y toda esa deuda nos la ha perdonado Dios. Desde ahora no podemos pensar que todos nuestros pecados e infidelidades no valen nada, que son poca cosa ante Dios. Le hemos ofendido mucho, y nuestra deuda es impagable. Pero Él nos la ha perdonado por su infinita misericordia. Hoy, en tu oración, agradécele al Señor todo lo que te ha perdonado, la infinita paciencia y misericordia que ha tenido contigo. ¡Gracias, Señor, por tu infinita misericordia!
«El criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios». ¿Qué son cien denarios? Un denario equivalía al jornal (la paga diaria) de un trabajador. Según nuestros salarios, equivaldría a unos 45€. Entonces, la cantidad que le debe aquel criado a su compañero es 4.500€. Es una cantidad considerable, ¿verdad? Jesús, con esta parábola, reconoce que las ofensas de los demás a veces son grandes y nos pueden hacer mucho daño. No podemos ser ingenuos o buenistas… Pero, aun así, hay que perdonarlas. ¿Por qué? No porque las ofensas sean de poca importancia, es más, a menudo no lo serán; sino porque Dios nos ha perdonado a nosotros mucho más. 4.500€ es bastante dinero, pero ¿qué es en comparación con 9 mil millones? Como Dios nos ha perdonado, así debemos nosotros perdonar. Igual que Él ha borrado todos nuestros pecados, así nosotros debemos borrar todas las ofensas de los demás. Igual que Él ha tenido paciencia con nosotros (como le ruega el criado de la parábola al señor), así nosotros debemos tener paciencia con nuestros prójimos.
“Como el Señor te perdonó, así también debes hacerlo tú”. (Col 3, 13) Chiara Lubich, fundadora del Movimiento Los Focolares, nos explica: “Levantémonos por la mañana con plena “amnistía” en el corazón, con ese amor que todo lo pasa por alto, que sabe aceptar a los demás como son con todas sus carencias y dificultades, acerquémonos a cada persona, viéndola con nuevos ojos, como si ninguna vez hubiera cometido algún error. Comencemos de nuevo cada vez; sabiendo que Dios no solo perdona, sino que a sus ojos nuestro error se anula por completo. Nos pide que tratemos a los demás de la misma manera.”
Continuando con el psicoterapeuta, nos indica el proceso de perdonar. Y al respecto se refiere a cuándo perdonar: Si el daño que se ha recibido trasciende el hecho emocional de sentirse injustamente tratado y lo único que se va a conseguir del otro es una compensación emocional, el perdón está plenamente indicado. También, cuando la búsqueda de la reparación se ha convertido en el centro de la vida del ofendido o interfiere con el seguimiento de otros valores, el perdón le permitirá poner distancia emocional para tener en cuenta todos los valores que está dejando de atender.
Hay que tener en cuenta que no se trata de ponerse en riesgo de que el daño se pueda volver a repetir.
Las etapas del proceso para el psicoterapeuta García Higuera son:
- Primera etapa: análisis y reconocimiento del daño sufrido.
- Segunda etapa: elegir la opción de perdonar.
- Tercera etapa: aceptación del sufrimiento y de la rabia
- Cuarta etapa: establecer estrategias para autoprotegerse: El perdón no implica la aceptación incondicional del peligro de que ocurra de nuevo el ataque. En el análisis de lo ocurrido hay que incluir también la consideración de cómo los comportamientos de la víctima que han podido permitir o favorecer la ofensa. Analizando lo que ha ocurrido, la víctima se puede dar cuenta de cuáles eran los indicios que indicaban el peligro, lo que le dará más posibilidades de evitarlo en el futuro.
- Quinta etapa: una expresión explícita de perdón.
También nos brinda el psicoterapeuta los pasos del proceso para pedir perdón:
- Primer paso: Reconocer que lo que hizo causó daño u ofendió al otro.
- Segundo paso: Sentir de verdad el dolor del otro: Para pedir perdón es preciso ser consciente de que se ha hecho un daño importante al otro. Ponerse en su lugar y acercarse a sus sentimientos puede llegar a hacer sentir de verdad el dolor del otro.
- Tercer paso: Analizar su propia conducta: Para el ofensor, saber cómo y por qué hizo lo que hizo es interesante en sí mismo. Compartir ese conocimiento con la otra persona es un paso necesario para avanzar en el proceso de pedir perdón y llegar a la reconciliación.
- Cuarto paso: Definir un plan de acción para que no vuelva a ocurrir: Definir un plan de acción concreto para que nunca vuelva a ocurrir y compartirlo con el otro es el siguiente paso para pedir perdón. El plan puede incluir acciones dirigidas a mejorar las debilidades propias que han propiciado el daño realizado.
- Quinto paso: Pedir perdón explícitamente al otro.
- Sexto Paso: Restituir el daño causado: Siempre que sea posible, es preciso restituir el daño causado. No sería de recibo pedir perdón y quedarse con las ventajas que se han obtenido de la ofensa.
Otro punto importante de meditar en este tema es acerca de qué no es el perdón.
Y es que debido a que perdón es una palabra muy cargada ideológicamente, nos dice García Higuera, proponer a los pacientes que realicen un proceso de perdón puede llevar a malos entendidos y por ello es necesario discutir con ellos qué es y qué no es el perdón que se propone. Algunos de los puntos que puede ser necesario aclarar son los siguientes:
- El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación. Perdonar o pedir perdón son opciones personales que no necesitan de la colaboración de la otra persona. Sin embargo, la reconciliación es un proceso de dos. Por ejemplo, el perdón no supondrá nunca restaurar la relación con alguien que con mucha probabilidad pueda volver a hacer daño.
- El perdón no implica olvidar lo que ha pasado. El olvido es un proceso involuntario que se irá dando, o no, en el tiempo. Solamente implica el cambio de conductas destructivas a positivas hacia el ofensor, tal y como se ha indicado. Hay ideas erróneas asociadas con el perdón como que si se perdona no se debe acordar o sentirse enfadado por lo ocurrido. Recordar algo es un proceso automático que responde a estímulos que se pueden encontrar en cualquier parte y los sentimientos que se tienen no se pueden modificar voluntariamente, las respuestas que damos cuando tenemos esos sentimientos si pueden llegar a ser voluntarias. El perdón no supone justificar la ofensa que se ha recibido ni minimizarla. La valoración del hecho será siempre negativa e injustificable, aunque no se busque justicia o se desee venganza.
- El perdón del que se trata tampoco supone obligatoriamente levantar la pena al ofensor y que no sufra las consecuencias de sus actos. Para que se dé la reconciliación es preciso que el ofensor realice una restitución del daño que ha causado, si es posible, o cumpla la pena que la sociedad le imponga. El perdón consiste en que el que perdona deja de buscar activamente que se haga justicia y es parco en las consecuencias que busca y, sobre todo, no intenta obtener una descarga emocional junto con la justicia.
Perdonar no es síntoma de debilidad, porque no se trata de dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar cuidando de que no nos hagan daño de nuevo.
El perdón es la herramienta que nos ayuda a liberarnos de cargas y a caminar livianos y felices por la vida. Nos ayuda a dejar rencores, deseos de venganza y aquellas emociones negativas, producto de una situación que nos hirió, al igual que el recibir perdón nos libera de la carga emocional y espiritual que ello conlleva.
Concluyo con el Padre Guillermo Serra en su Libro Los Cinco Minutos del Espíritu Santo, quien afirma en la lectura para este día que junto con el perdón a uno mismo, es necesario reconocer que Dios no hace monstruos, y por lo tanto nuestro ser está lleno de cosas buenas y de posibilidades bellas. En la historia de cada ser humano hay obras buenas, intenciones positivas, cosas bellas que Dios mismo ha provocado con los impulsos de su Espíritu Santo. Es necesario reconocer esas cosas. No para enorgullecerse, sino para reconocer la obra del Espíritu y descubrir las valiosas posibilidades que hay en nuestra vida. Esto es necesario para poder mirar de la misma manera a los demás, con ojos positivos.
Es bueno entonces, repasar el propio pasado para recordar esas cosas que nos hacen sonreír, esas acciones importantes que han brotado de nosotros, esas cosas positivas que logramos hacer o decir, esos momentos que nos hacen sentir que valía la pena nacer.
Es precioso ver cómo el Espíritu Santo ha ido actuando en la propia vida, dejando su mensaje poco a poco, en medio de las tristezas, los fracasos, los errores y las dificultades. El Espíritu Santo es el gran artista, que también de las cosas malas puede sacar algo bueno, algo que sólo con el paso del tiempo podemos llegar a descubrir.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.