Díganme queridos lectores si no es difícil apostar por Cristo, pues esto, creo que todos lo sabemos, requiere entregarle la vida de igual modo que Él la ha entregado a su Padre Dios. Nuestro seguimiento del Salvador requiere un camino de identificación con Él, de modo que aprendamos día a día, con la meditación profunda de la Sagrada Escritura, el testimonio de los santos y la moción de la gracia, las razones íntimas de las cosas que nos pide, como nos lo indica Mt 10, 24-11, 1.
¿O acaso es fácil comprender que Dios quede por encima de nuestros afectos más íntimos aquí en la tierra, como son los de padre y madre?
Tenemos muchos apegos que podemos descubrir a través de lo que actuamos. En las razones profundas que justifican nuestras acciones se nos muestran muchos cables que atan nuestro camino hacia la santidad, a veces tan invisibles que no nos damos ni cuenta.
Cariño, amistad, amor… son conceptos vinculados al hecho de manifestar una vinculación emocional con otra persona, la cual es relevante para nosotros y a la cual nos sentimos unidos.
Se trata de un tipo de relación afectiva de gran importancia para nosotros y que surge ya desde la infancia con nuestros padres, familiares o cuidadores principales (posteriormente ello marcará nuestra forma de relacionarnos no solo con ellos sino también con el resto de personas).
Pero no todos tenemos los mismos modos de relacionarnos o vincularnos con los demás, dependiendo ello de nuestras vivencias y percepciones respecto a lo que implica tipo de relación que mantenemos (predictibilidad, seguridad, expresión física del afecto…) o de factores como el temperamento. Es por ello que en realidad podemos hablar de varios tipos de apego.
Este fenómeno ha sido estudiado por una gran cantidad de investigadores. Entre ellas destaca la figura de John Bowlby, creador de la teoría del apego. Este autor analizó el apego en los bebés para con las figuras maternas, explorando cómo los cuidadores se transforman para los niños en elementos que les transmiten seguridad, bienestar y afecto.
Su teoría inicialmente veía el apego como una relación cuya meta era la búsqueda de dichos elementos por parte del bebé, siendo un mecanismo de origen evolutivo y marcado en nuestros genes (no se trata de algo consciente) que permite resguardar al menor y hacerlo sobrevivir.
Sin embargo, para los budistas el apego es una actitud que sobrestima las cualidades de un objeto o persona y después se aferra a ella. Me apego a las personas, situaciones o cosas hasta que las hago necesarias para mí y así me hago dependiente de ellas.
Muchos problemas que nos encontramos en consulta, afirma la psicóloga Mariola Bonilo, y tienen mucho que ver con el sistema de apego. Por eso es importante trabajar esta base, conocer bien qué ha pasado, cómo se han generado esos apegos, cómo han evolucionado a lo largo de la vida, para ver cómo están influyendo en estos problemas.
Es fundamental conocer cómo se han generado los apegos, cómo han evolucionado a lo largo de la vida, para identificar cómo están influyendo y decidir la mejor estrategia para recomponerlos
El apego es necesario para crecer, para sentirnos seguros, para nutrirnos emocionalmente y su función es que seamos adultos autónomos e independientes. Por lo tanto, el apego debe dar paso al desapego tarde o temprano. Yo no puedo depender de mis padres toda la vida para sentirme seguro porque es probable que los pierda en el camino. Nada dura para siempre,por lo tanto si yo me aferro a algo y lo pierdo, sufriré.
Pues Jesús se mete en modo kamikaze en nuestra vida interior para bombardear nuestros apegos más íntimos y profundos, esenciales y necesarios. El mundo nuevo que trae el Señor, el Reino de Dios, requiere criterios nuevos de existencia: éstos se basan en la gracia divina.
Por eso, en realidad, más que oposición con los afectos paterno y materno, la propuesta de Jesús, trata más bien de exponer la sobreabundancia de amor que establece unos vínculos de amor más fuertes que ese apego paterno: se trata de la revelación del mismo amor de Dios. Es el único modo de entender que Dios no busca explotar nuestra santabárbara de afectos familiares, sino llevarlos a plenitud.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.