Para tener un corazón como el Corazón de Jesús debemos convertirnos, estar llenos del Espíritu, pasar tiempo a solas con Dios, y ser obedientes en las cosas pequeñas.
Permaneced en mi amor, nos dice Jn 15, 9. Siguiendo con el libro El Amor que Sana de Anselm Grüm, afirma que permanecer en el amor, nuestra vida se transforma. Participamos de Dios, somos divinizados. En el amor estamos unidos con el amor de Cristo, que es como la savia de la vid que entra en nosotros y nos une a Él.
El hombre de hoy necesita de paz, para vivir. Muy probablemente no la encuentre en el ámbito nacional, ni en las conversaciones de los caminos, ni en la prensa diaria…, pues la tiene que crear dentro del recinto de su hogar.
Daré la paz a las familias. Es una de las promesas del Corazón de Jesús a Santa María de Alacoque.
El Corazón de Jesús es un seguro de paz para las familias, que le invocan, que respetan su ley, y en Él ponen toda su confianza. De esas que permanecen en su Amor.
En la primera lectura de hoy nos muestra como celebrado el matrimonio, Tobías y Sara, oran a Dios las tres primera noches, para que su matrimonio vaya bien y le piden “fundar una familia en la que se bendiga tu nombre por siempre”.
Hermoso es el espectáculo de una familia en paz: allí todo es orden, trabajo, felicidad. Pero lo contrario, la familia falta de paz, la familia desunida es como el infierno metido en los limitados muros del hogar. Mirando al Corazón de Jesús con fe y confianza, Él añadiría lo demás a la buena voluntad de la familia Dándola a las familias desunidas por medio de gracias especiales. Conservándola en las familias, que la tienen, dándole gracias, para saber callar, soportarse y mortificarse.
La paz es la tranquilidad del orden, la serenidad de la mente, con sencillez de corazón, es el vínculo de la caridad”. (San Agustín) Fue la primera cosa que los ángeles desearon a los hombres en el nacimiento de Jesús. Nuestro Señor mismo ordenó a sus discípulos que dieran la paz: “En cualquier casa donde entréis, decid primero: ¡Paz a esta casa” (Lucas 10,5)
En el Corazón de Jesús se encuentra la verdadera paz, que hace que la casa sea su reflejo y el anticipo de nuestro hogar celestial
La Iglesia nos hace invocar: “Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra”. Pues nos reconcilia con Dios, con nuestros prójimos y con nuestros allegados, produciendo en las familias el fruto delicioso de la paz.
Oremos:
Yo creo en Ti, Señor! ¡Ayuda a mi incredulidad! ¡Que se haga tu voluntad!
De todos los hábitos de pecado que nos impiden una relación cercana contigo, sana a mi familia, oh Jesús.
De cualquier cosa que nos impida una vida impulsada por el Espíritu,
sana a mi familia, oh Jesús .
De cualquier cosa que nos impida la aceptación del amor incondicional que Dios Padre nos tiene por ser sus hijos e hijas adoptados, sana a mi familia, oh Jesús.
De cualquier cosa que nos impida la paz, la alegría, la bondad y la unidad que solo Tú puedes proporcionar, sana a mi familia, oh Jesús.
De cualquier cosa que nos impida tener la fe de la semilla de mostaza que puede mover montañas, sana a mi familia, oh Jesús.
De todas las formas de egoísmo y orgullo, sana a mi familia, oh Jesús.
De todos los defectos espirituales heredados, sana a mi familia, oh Jesús.
De la apatía espiritual, sana a mi familia, oh Jesús.
De todas las formas de adicción, sana a mi familia, oh Jesús.
De los efectos de los recuerdos dolorosos, sana a mi familia, oh Jesús.
De la esclavitud causada por promesas negativas en nuestro interior, sana a mi familia, oh Jesús.
De todos los efectos de las relaciones rotas debido a la falta de perdón, el adulterio, el divorcio y / o las diversas formas de abuso,
sana a mi familia, oh Jesús.
De todos los apegos malsanos, sana a mi familia, oh Jesús.
De todas las emociones, actitudes y comportamientos impíos, (por ejemplo, mezquindad, manipulación, argumentación, celos, etc.),
sana a mi familia, oh Jesús.
De todos los defectos emocionales y psicológicos heredados,
sana a mi familia, oh Jesús.
De todas las enfermedades emocionales y psicológicas, sana a mi familia, oh Jesús .
De todos los defectos físicos heredados, sana a mi familia, oh Jesús.
De todas las aflicciones y enfermedades físicas, sana a mi familia, oh Jesús.
Señor, aumenta la virtud de la fe en mi familia.
Señor, aumenta la virtud de la esperanza en mi familia.
Señor, aumenta la virtud de la caridad en mi familia.
Ayúdanos, Señor, a interiorizar las palabras de Josué: “En cuanto a mí y a mi familia, serviremos al Señor” ( Josué 24:15). Amén
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.