- Rom 8, 12-17
- Sal 67
- Lc 13, 10-17
La liturgia de hoy nos indica que tenemos un Dios que nos salva, por eso esta Palabra, nos debería ayudar a examinar nuestra vivencia religiosa y descubrir si realmente las mediaciones que utilizamos nos ponen en comunicación con Dios y con la vida.
“Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!»” afirma san Pablo en la primera lectura. Y es que la vida del esclavo es la de obedecer a la fuerza las órdenes de su dueño, sin saber qué ni cómo ni por qué hace lo que hace. El esclavo obedece sin saber nada más que ha de obdecer. La distancia con su amo es tal que queda completamente anulado, deshumanizado, sin estatuto de persona. Está sometido y hundido bajo el peso de la ley y de su situación. Esa analogía es la que Pablo utiliza en e el texto de hoy para hablar de la condición humana anterior a Cristo, bajo el pecado y bajo la ley, pero, nos recuerda, que por el bautismo, por la recepción del Espíritu de Dios, esa condición de los seres humanos, ha cambiado radicalmente. Por el Espíritu de Jesús hemos dejado de ser esclavos sometidos a la ley del no saber, a la ley del pecado y la muerte, para convertirnos en Hijos de Dios, pues Jesús, al asumir nuestra condición humana, la eleva y la transforma. Por la recepción del Espíritu es por la que dejamos de llamar a Dios, amo, para llamarle Padre, con la misma expresión que Jesús utilizó: Abba. Desde ese momento hay conjunción estupefacta entre el Espíritu y nuestro espíritu. Y damos testimonio concorde. Hay fusión de deseos. Hay fusión de libertades. Hay fusión de acciones. El Espíritu ha hecho de nosotros, de nuestra carne, su casa. Y damos testimonio conjunto de que somos hijos de Dios. Porque nuestro Dios es un Dios que salva, como afirma el salmo. Y nos salva de esta manera pasmosa. Somos hijos de Dios. Nosotros que andábamos perdidos, rebeldes, deshilachados, en seguimiento de todo lo que nos aleja de nuestro propio ser. El Salmista nos indica que los justos se alegran, gozan en su presencia, rebosando de alegría. La alegría de saber que tenemos ya prenda de lo que seremos para siempre en plenitud perfecta. La alegría de un viaje que lleva ya un comienzo el anticipo de la llegada y que El lleva nuestras cargas.
Nótese, sin embargo que Pablo pone una condición de ese nuestro estar con Cristo y ser de él: sufrimos con él para ser también con él glorificados. Necesitamos que Jesús nos imponga las manos, como a esa mujer que llevaba diez y ocho años enferma de su espíritu, por lo que también nosotros andamos encorvados, sin poder enderezarnos, lo acabamos de ver. Y cuando nos impone las manos, quedamos derechos y podemos dejarnos ahora llevar por el Espíritu.
Curioso, en el relato evangélico, en nuestra vida, enseguida algún jefe, que se cree con derechos sobre nosotros, se queja con ardor ante la gente. No vale. Va contra las reglas. Así no pueden hacerse las cosas.
Me gustaría que nos centráramos en la actitud de este personaje. Siempre me ha sorprendido cómo, ante un milagro evidente, alguien sea capaz de cerrarse de tal modo que lo que ha visto no le afecta lo más mínimo. Es como si no hubiera visto lo que acaba de ocurrir y lo que ello significa. La razón está en la vivencia equivocada de las mediaciones que tenían muchos judíos en aquel tiempo.
Todo ello les conduce a una vivencia rigorista de la religión, a encerrar su dios en unos medios. Se hacen un dios a medida y no le dejan entrar en sus vidas. En su religiosidad creen que todo está solucionado si cumplen con unas normas.
Afirmaba el Papa Francisco que “los doctores de la ley reprendían a Jesús, porque curaba en sábado. Hacía el bien en sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud, hacer el bien. Y eso está en el primer lugar siempre”. Se comprende así la reacción de Jesús: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?» Jesús descubre el sinsentido de esa equivocada vivencia del sabath.
Hoy Jesus igual que impuso sus manos sobre la mujer del texto del evangelio, en el que el encorvamiento, representa su inferioridad en una sociedad que enaltecía a los hombres, como también representa el rigurosismo religioso de aquella época y hoy las impone sobre nuestras espaldas encharcadas por las ataduras que hemos cargado sobre nuestras espaldas y con ello nos deja libres, por eso les invito a que sigamos orando como nos lo pidió este Pontífice por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza:
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Valles
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://evangeli.net/evangelio/dia/2025-10-27
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/10/27/abba-padre/
Palabra de Vida Mes Octubre “Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 121, 2) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2025 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.