- Ag 1, 1-8
- Sal 149
- Lc 0, 7-9
La liturgia de la Palabra nos invita hoy a responder preguntas esenciales y a centrar nuestras prioridades. Es una invitación a reconocer y dar su lugar a la vida cotidiana, espacio real y concreto donde se transmite por ósmosis lo que de verdad habita en nuestro interior, lo que realmente es importante y pauta nuestra vida. Es en lo cotidiano de nuestro vivir cuando se revela el precio que estamos dispuestos a pagar por vivir nuestra fe.
En la primera lectura el profeta Ageo, nos sitúa ante las opciones cotidianas y las prioridades que se manifiestan en los pequeños detalles; nos lanza un grito interpelante: ¿Cuál es el lugar de Dios en tu vida? La vida del cristiano no se trata de la cantidad del tener, y sí del lugar real que tiene Dios en mi vida y las relaciones que a partir de ahí voy construyendo. Los bienes son necesarios para vivir con dignidad… pero no olvidemos que vivir es mucho más que el tener.
El profeta lanza un grito, llama al pueblo a percibirse a sí mismo, a resituar cada dimensión en orden a dar prioridad a Dios; llama a un compromiso que trasciende el “yo y los míos”. El profeta cuestiona para que nuestra mirada y corazón despierten: es necesario el camino de conversión, no podemos vivir en una rutina llena de buenismo y bellas intenciones. Dios nos espera…
Así nos interpela a nosotros también, pues todo esfuerzo que no tenga a Dios como prioridad está destinado a ser infructuoso; como dirá más adelante Jesús, toda edificación construída sobre un fundamento que no sea Dios está destinado a la ruina (Mt 7, 25-27).
En el texto del Evangelio nos habla de la curiosidad, un poderoso motor para encontrar lo nuevo. Eso es lo que mueve a Herodes, le inquieta lo que dicen de El. Su interés por saber lo que sucedía, sobre quién era aquel de quien se decían que hacía tales milagros, no es por un afán de conocer la verdad, sino mera curiosidad. No le interesa conocer la verdad sobre Cristo. Su deseo se desvanece al verlo cara a cara, porque Jesús se niega a responder a sus preguntas. Este silencio de Jesús delata a Herodes como corrupto y depravado.
Es curioso, en boca de Herodes se nos presenta una pregunta vital. Es la pregunta que atraviesa todo el Evangelio y a la cual debemos dar una respuesta: ¿quién es este? Necesitamos estar bien atentos/as. También nosotros/as podemos reducir a Jesús a un personaje del pasado: profeta, maestro, sabio… y no reconocerlo como el Señor de nuestra vida, el Hijo de Dios.
La pregunta sobre la identidad de Jesús se convierte en el punto de inflexión del evangelio. Sin embargo, no es suficiente preguntarnos quién es Jesús. La fe comienza cuando dejamos que Él se revele en nuestra vida y somos capaces de responder con la vida: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Lc 9,20). Es entonces, cuando se da el paso al discipulado: escuchando, acogiendo y convirtiéndonos en testigos.
Nosotros, al igual que Herodes, seguramente hemos sentido, alguna vez, el deseo de ver a Jesús. Pero ya no contamos con el Jesús de carne y hueso como en tiempos de Herodes, sin embargo contamos con otras presencias de Jesús. El amor es el motor que nos impulsa a conocer con mayor intimidad y profundidad a Jesús, porque queremos amarle más y mejor. A nosotros debe movernos a conocer a la persona de Jesús por el deseo de identificarnos cada vez más con él.. Si queremos conocer a Jesús, salgamos a su encuentro. A los que creemos en El, su figura profética en lugar de inquietarnos, nos ha de apasionar. Es preciso purificar nuestra mirada para dejarnos enseñar por el Señor y poder contemplarlo.
En su encíclica Dios es Amor, el Papa Benedicto XVI afirmaba que “El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial». Así pues, Jesús te está esperando, con los brazos abiertos te recibe en ambas situaciones. ¡Acércate! Hagamos nuestras sus palabras y por tanto, como nos pidió el Papa Francisco; oremos por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza:
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://evangeli.net/evangelio/dia/2025-09-25
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/09/25/para-conocer-a-jesus-meditar-el-evangelio/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes Setiembre: “Alégrense conmigo porque he encontrado la oveja que se me había perdido” (Lc 15, 6) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.