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La importancia de las Madres. Primera Parte

Posted on agosto 7, 2025

En este mes que celebraremos el día de las madres, vamos a compartir algunas reflexiones  a esta gran decisión que hemos tomado algunas de nosotros, optar por la maternidad.

Y es que sin duda alguna, ser madre significa cambiar nuestra  vida, tiempo y forma de pensar por los hijos; significa dar todo nuestro  corazón y entregar las fuerzas cada día para sacar a los  hijos adelante y enseñarles a vivir. Significa tener una razón de ser para el resto de la  vida; querer aprovechar y exprimir cada momento al  máximo, tener sentimientos encontrados al ver cómo los hijos crecen, sintiendo dicha y nostalgia cuando avanzan dando pasos de gigante por la vida. Ser madre significa nunca más estar sola en el pensamiento, pues una madre siempre piensa doble: por los hijos y por uno. Nos sentimos  tremendamente afortunadas  porque sabemos  que ellos son el mayor tesoro que podríamos tener.

La maternidad no significa sonreír siempre, sino también llorar a mares. Requiere muchas noches de insomnio fundiendo a la almohada en un asfixiante abrazo. Significa un sinfín de preocupaciones; horas de correr tras los hijos; días, meses y años inventando cientos de maneras para camuflar las verduras y el pescado; aguantar peleas y tolerar con toda la paciencia del mundo la infinidad de sinsentidos que tiene la vida. 

Y aunque no podemos  vivir por los hijos sí procuramos compartir lo máximo con ellos. Por eso, cada día  intentamos  coser unas alas enormes y ligeras que permitan les permitan volar muy muy alto.

La madre es muy importante en la vida emocional de los hijos y algunas por nuestras propias heridas hemos herido a nuestros hijos, quizá

algunas madres o figuras maternas  no están emocionalmente disponibles, están físicamente ausentes, o ambas cosas. Algunas madres carecían del cuidado necesario que necesitamos en la adolescencia (y después). Y esta falta de seguridad, cuidado y atención por parte de nuestra madre —nuestra principal cuidadora— nos deja con una “herida materna”.

La herida materna se refiere al daño emocional o psicológico que una persona puede experimentar debido a la relación con su madre, especialmente durante la infancia. Este daño puede manifestarse de diversas maneras, afectando las relaciones, la autoestima y el bienestar general de la persona. 

¿Qué es la herida materna?

La herida materna no se limita a actos de negligencia o abuso físico, sino que también puede incluir una relación emocionalmente distante, inconsistente, excesivamente crítica o sobreprotectora. Puede ser el resultado de traumas no resueltos por parte de la madre, como abuso emocional o físico, problemas de salud mental o poca empatía. También puede ser transmitida generacionalmente, donde los traumas no procesados por la madre se transmiten a sus hijos. 

¿Cómo se manifiesta la herida materna?

La herida materna puede manifestarse en la vida adulta de diversas formas, incluyendo:

  • Problemas de apego: Dificultad para establecer relaciones seguras y saludables, ya sea por apego ansioso o evitativo. 
  • Patrones de codependencia: Tendencia a asumir la responsabilidad emocional de los demás, descuidando las propias necesidades. 
  • Depresión y ansiedad: Sentimientos de tristeza profunda, desesperanza y preocupación excesiva. 
  • Trastornos alimentarios: Patrones de alimentación desordenados como respuesta al malestar emocional. 
  • Abuso de sustancias: Uso de drogas o alcohol para hacer frente al dolor emocional. 
  • Baja autoestima: Sentimiento de no ser valioso o merecedor de amor y felicidad. 
  • Dificultad para establecer límites: Problemas para protegerse de relaciones abusivas o dañinas. 
  • Autosabotaje: Patrones de comportamiento que obstaculizan el propio éxito y bienestar. 
  • Rigidez y perfeccionismo: Necesidad de controlar el entorno y a los demás como forma de manejar la ansiedad. 

¿Cómo se puede sanar la herida materna?

Sanar la herida materna es un proceso que requiere autoconciencia, aceptación y trabajo terapéutico. Algunas estrategias incluyen: 

  • Reconocer y validar las heridas: Aceptar que se ha experimentado dolor y que las heridas son reales. 
  • Buscar apoyo profesional: Un terapeuta puede ayudar a procesar el trauma, desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables y construir relaciones más seguras. 
  • Conectar con el niño interior: Reconocer y atender las necesidades emocionales del niño que fuiste. 
  • Practicar la autocompasión: Tratarse con amabilidad y comprensión, reconociendo que se está en un proceso de sanación. 
  • Establecer límites saludables: Aprender a decir no y protegerse de relaciones dañinas. 
  • Cultivar relaciones positivas: Rodearse de personas que brinden apoyo y validación emocional. 
  • Desarrollar la autoestima: Reconocer las cualidades positivas y trabajar en la aceptación de uno mismo. 
  • Perdonar a la madre (si es posible): Liberarse del resentimiento y la rabia puede ser un paso importante en el proceso de sanación. 

La sanación de la herida materna es un viaje personal y único, pero es posible recuperar la alegría y la plenitud. 

El arzobispo Oscar Arnulfo Romero decía que las madres viven un ”martirio materno” y en la homilía de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte afirmó….que dar la vida “no significa sólo ser asesinado; dar la vida, tener espíritu de martirio, es dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber, en aquel silencio de la vida cotidiana. Dar la vida poco a poco; Sí, como la da una madre, que sin temor, con la sencillez del martirio materno, concibe en su seno un hijo, da a luz, lo amamanta, lo cría y lo cuida con afecto. Es dar la vida. Es martirio”. ”Sí, ser madres -afirmaba el Papa  Francisco- no significa solo traer un hijo al mundo, sino una elección de vida: la elección de dar la vida. Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral.. Son ellas frecuentemente las que transmiten el sentido más profundo de la práctica religiosa…Un mensaje que las madres creyentes saben transmitir sin tantas explicaciones, que llegarán después; el germen de la fe está en los primeros momentos, en los más preciosos. Y sin las madres… la fe perdería buena parte de su calor simple y profundo.

Y  en su llamada oda a la maternidad nos exhortó a los católicos a dejarse guiar de nuevo, como cuando las madres guían a sus hijos, afirmando que “un mundo que mira hacia el futuro sin la mirada de una madre es miope”.

“Es posible que aumente sus utilidades, pero ya no verá a los demás como niños”, dijo. “Todos viviremos en la misma casa, pero no como hermanos y hermanas.”

“Tenemos que aprender de las madres que el heroísmo se manifiesta en la entrega de uno mismo, la fortaleza en la compasión, la sabiduría en la mansedumbre”, agregó.

No quisiera terminar esta parte de esta reflexión sin incluirles este pensamiento del Principito:

Qué es una madre?-Preguntó el Principito.
No sabes que es una madre?

Una madre es una persona que abraza y cuida a diario a sus hijos.
No importa si nacieron de ella o llegaron de otro lugar.
Que los ama por encima de todas las cosas, los acompaña, sueña con ellos.

Una madre tiene dos manos que parecen muchas, cada una para algo distinto.
Una para sujetar tu mano y caminar juntos.
Una para secar lágrimas, otra para ayudar a saltar.
Una para acariciar.
Una para sostener.
Una para hacer cosquillas.
Una que cura, otra que te coloca el pelo detrás de la oreja.
Una que roza la frente y sabe que la fiebre ha llegado, una que conoce todos los recovecos de tu rostro cuando duermes.
La que enseña a sujetar el tenedor al comer.
La que ata los cordones de los zapatos…

Una madre tiene dos piernas, fuertes, como ella, para correr a tu lado cuando crezcas.
Para seguir corriendo a tu lado cuando huyas.
Las madres son fuertes para sostenerte cuando caigas, duras, para levantarse cada vez que tu dolor le hunda.
Para enfrentarse al mundo e iniciar una guerra cada vez que te ofendan.
Porque no hay mayor patria que un hijo.
Las madres son duras para soportar el dolor, la angustia y el agotamiento.
Y sin embargo se deshacen moribundas porque no soportan tu dolor, tu angustia, tu agotamiento…

Son capaces de saltar muy alto, tanto como altura tengan los obstáculos que encuentres en el camino.
Son poderosas cuando necesitan romper las barreras que encuentran sus hijos en la vida.
Rápidas como el viento para estar siempre en la meta a tu lado.
Flexibles hasta la ruptura para entenderte y amoldarse a tus necesidades, incansables.

Y sin embargo pierden la fuerza y son suaves cuando arropan en la cama.
Te abrazan con ternura cuando te gana la vida.
Te sonríen con dulzura cuando necesitas luz.
Lloran contigo cuando no ves salida…

Las madres son valientes como guerreros y cuando se apaga el día se deshacen y se convierten en pequeñas y miedosas, porque no hay mayor miedo que temer por ti, porque nada empequeñece tanto como perderte.

Una madre es todo, todo lo que necesites.
Una madre es nada, nada sin ti.

Video Ser Madre es unPlus

https://youtu.be/zqSISPX4PEE?si=-ySEtA6a4LSK6QRK

Canción. Amor de Madre

https://youtu.be/Jyve99z0Kro?si=tK-EJX6Izb06QJwS  

NOTA: En la próxima parte les adjuntare todos los sitios consultados para el desarrollo de este tema.


Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.

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