“La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante.” –Paulo Coelho-
Jamás hemos de dar la espalda al acto de soñar. Y no me refiero solo a los mundo oníricos que creamos mientras estamos durmiendo.
En este momento cuando hablamos de sueños, estamos centrando la mirada en aquello que deseamos con todas nuestras fuerzas y en la vida, esas metas y objetivos por las que jamás debemos descansar hasta su consecución.
Una persona que ha perdido toda su capacidad de soñar, es un ser que no tiene metas ni objetivos que cumplir. Es decir, que tendrá serios problemas para encontrar motivos por los que seguir adelante, pues nuestros anhelos y el afán por hacerlos realidad son un motor muy potente que nos da enfoque y fuerzas para avanzar.
Ahora bien, si crees que soñar es pensar en imposibles, también estás equivocado. Tu objetivo no tiene por qué ser algo inalcanzable. De hecho, tampoco debes pretender lograr tus metas de hoy para mañana. Para evitar frustrarte, salpica el camino hacia tu sueño de pequeños altos en el camino. Logros más humildes y asequibles que, al ser superados, te dan fuerzas para seguir adelante convencido de que puedes conseguir lo que te propongas.
Un aspecto muy importante para hacer realidad tus sueños, es que tengan una buena base. Aquello que es realizable, lo que te imaginas, puedes verlo un día cumplido, pero hacen falta unos cimientos fuertes y poderosos.
“Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos.” –George Bernard Shaw–
Y el mayor sueño de la humanidad: “amor”. Porque como afirma el Papa, es “el amor el que da sentido a la vida, porque revela su misterio. La vida, en efecto, sólo se tiene si se da, sólo se posee verdaderamente si se entrega plenamente. San José tiene mucho que decirnos a este respecto porque, a través de los sueños que Dios le inspiró, hizo de su existencia un don”.
En el Mensaje, el Pontífice explica que los Evangelios narran cuatro sueños. Eran llamadas divinas, “pero no fueron fáciles de acoger. Después de cada sueño, José tuvo que cambiar sus planes y arriesgarse, sacrificando sus propios proyectos para secundar los proyectos misteriosos de Dios. Él confió totalmente. Y el Papa nos pregunta: “¿Qué era un sueño nocturno para depositar en él tanta confianza?”. Aunque en la antigüedad se le prestaba mucha atención, seguía siendo poco ante la realidad concreta de la vida. A pesar de todo, san José se dejó guiar por los sueños sin vacilar”, porque confirma el Papa, “su corazón estaba orientado hacia Dios, ya estaba predispuesto hacia Él. A su vigilante “oído interno” sólo le era suficiente una pequeña señal para reconocer su voz. Esto también se aplica a nuestras llamadas”.
“A Dios no le gusta revelarse de forma espectacular, forzando nuestra libertad. Él nos da a conocer sus planes con suavidad, no nos deslumbra con visiones impactantes, sino que se dirige a nuestra interioridad delicadamente, acercándose íntimamente a nosotros y hablándonos por medio de nuestros pensamientos y sentimientos. Y así, como hizo con san José, nos propone metas altas y sorprendentes”.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.