Vivir la Cuaresma nos debe llevar a un cambio profundo, sabiendo que somos polvo, renovar nuestra manera de pensar, de actuar y de vivir para así recibir la Pascua con un corazón y un espíritu nuevo a imagen de Jesucristo.
Pidamos al Señor nos conceda la gracia de vivir en constante práctica de la fe en tu Señorío para que nuestra entrega nazca de un corazón puro, libre de todo miramiento humano.
Añoramos a Dios, pero vivimos apegados a la criatura no al creador. Eso nos asemeja al joven rico y no a nuestra Madre la Virgen quien tenía claro quién era su Señor y dijo libremente “hágase”, en cambio el joven rico se fue apesadumbrado y entristecido.
“La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante”
La madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a la participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas» (SC, 14).
Aprendamos a ser administradores de los bienes que el Señor ha puesto en nuestras manos.
Especialmente velemos por la inocencia de los niños y al igual que ellos, cultivemos cada día más el alma de niños que El insufló en nosotros.
Que la Palabra haga mención de realidades como la amistad o la pareja, significa que Dios tiene algo que decirnos siempre, que Dios es más interior a nosotros que nosotros mismos, que nuestras vidas deben estar siempre al abrigo de la mirada de Dios.
Conocer a nuestra Madre nos ayudará a imitarla. Cómo era su fe? Por qué actuaba como lo hacía. Este documento nos irá guiando por la vida de Maria y qué la motivó a comportarse como la Mujer Fiel y Obediente. Por qué de su Hágase…