?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Iss 2,1-5
- Sal 121
- Rom 13,11-14
- Mt 24, 37-44
Como iglesia iniciamos un nuevo año litúrgico, la liturgia nos hace una clara invitación a dejarse convencer por un Dios que nos ama, para esperar con alegría la venida de su Hijo en medio de nosotros.
Tiempo de Adviento, palabra que viene del latín “ad-venio”, que quiere decir “venir, llegar”.
Primero nos dice que ciñamos nuestros túnicas y luego se nos pide que nos aseguremos de mantener encendidas nuestras lámparas.
Enciendan sus lámparas para poder iluminar la oscuridad de la noche. Estamos invitados a vivir una fe auténtica y madura, capaz de iluminar las muchas noches de la vida.
Sabemos que todos hemos tenido días que eran verdaderas noches espirituales. La lámpara de la fe necesita ser alimentada continuamente, con un encuentro de corazón a corazón con Jesús en la oración y en la escucha de su palabra.”
“El rezo del «Credo», nos dice el Papa Francisco: hace que la asamblea litúrgica «recuerde, confiesa y manifieste los grandes misterios de la fe, antes de comenzar su celebración en la Eucaristía» (IGMR 67). El símbolo de la fe vincula la Eucaristía con el Bautismo, recibido «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» y nos recuerda que los Sacramentos son comprensibles a la luz de la fe de la Iglesia.
Hoy reflexionamos concretamente: CC 484-511…Concebido por obra y gracia de Santa María la Virgen, nació de Santa María la Virgen…”
En este tiempo de adviento, muy especialmente, es importante que estemos conscientes de lo que profesamos con el Credo: estamos reconociendo que María es invitada a concebir a aquel en quien habitará “corporalmente la plenitud de la divinidad” (Col 2, 9.) Que el Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que es “el Señor que da la vida”, haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.
Para ser la Madre del Salvador, María fue “dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante” (LG56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como “llena de gracia” (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.
María respondió al anuncio del Ángel, por “la obediencia de la fe” (Rm 1, 5), segura de que “nada hay imposible para Dios”: “He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 37-38). Así, dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención.
La Virgen María “colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres” (LG 56). Ella pronunció su “fiat” y por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes.
María es verdaderamente “Madre de Dios” porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo.
Y si Dios, nos dice el Papa Francisco, no prescindió de la Madre: con mayor razón la necesitamos nosotros, añadió el Papa. Jesús mismo nos la ha dado, no en un momento cualquiera, sino en la cruz: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,27) dijo al discípulo, a cada discípulo. La Virgen no es algo opcional: debe acogerse en la vida. Es la Reina de la paz, que vence el mal y guía por el camino del bien, que trae la unidad entre los hijos, que educa a la compasión. Por último el Santo Padre le pidió a la Virgen, que nos tome de la mano, para que, aferrados a Ella, superaremos los recodos más estrechos de la historia. Llévanos de la mano para redescubrir los lazos que nos unen.
Mes de diciembre
Servir, servir y servir
/Mantén vivo siempre en tus pensamientos la idea de que eres un servidor de los demás. Sirviendo a los demás con amor y alegría consolidas y aumentas la virtud de la Humildad. Recuerda que Dios “miró la pequeñez de su esclava” y “enaltece a los humildes de corazón”
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.